Por Aldo Battisacco desde Buenos Aires (enviado especial)

En 2001 el «Vasco» José Ignacio de Mendiguren dijo a un medio nacional en una entrevista: «La argentina tenía que juntar mil millones de dólares por mes solo para pagar los intereses de la deuda. Hay que decir abiertamente que no podemos pagar. Si la argentina se autoabastece de petróleo, de energía, ¿qué nos puede pasar? La capacidad de negociación de los países está relacionada a su cuota alimentaria. En este sentido, somos un país que puede pararse y decir lo que quiera. Si vuelve a ser un país que crece, nos van a tapar de dólares. Hay 120 mil millones de dólares de argentinos en el exterior, que es lo mismo que la deuda externa. Conclusión: no nos preocupemos tanto por la deuda. Preocupémonos porque la argentina vuelva a ser un país donde es negocio invertir», el relato es elocuente, hace meses el legislador nacional repitió en parte, algún tramo de estas declaraciones.

Además, se escucha desde hace meses a distintos economistas alzar su voz y dar opiniones respecto del plan económico del Gobierno y advierten que se está frente a situaciones que resultan similares a las que se vivieron durante los gobiernos que encaramaron a economistas liberales como Jose Alfredo Martínez de Hoz, y Domingo Cavallo en las gestiones de Cárlos Menem  y Fernando de la Rua, en el manejo de la economía.

En diálogo con Conclusión, el economista de la CTA, Héctor Giuliano, advirtió el mes pasado que en 2017 los vencimientos totales “por concepto de capital o principal de la deuda suman según el Presupuesto 2017 un total de 58.200 millones de dólares”, pero que la «totalidad de este monto no se paga o cancela definitivamente sino que se refinancia íntegramente a medida que van cayendo los vencimientos respectivos, esto es, que se paga deuda con deuda vía la renovación total de las obligaciones – con el mismo acreedor o con terceros – y además se toma más deuda nueva”.

Es decir, según el economista «durante el año en curso están previstas operaciones de Endeudamiento Público», por un total «de 96.400 millones de dólares, que se usarán para refinanciar totalmente los vencimientos del ejercicio y agregar 38.200 millones de dólares por aumento de deuda, por falta de capacidad de repago”, señaló Giuliano.

Frente a estos datos que compartimos con el diputado nacional, e industrial, Ignacio de Mediguren, la pregunta resultó obligada desde Conclusión, ¿con que medios el país pagaría los vencimientos de la deuda si existe una baja de la recaudación?, fundada en una fuerte caída de la actividad económica general.

De Mendiguen, refirió en sintonía con Giuliano que «este es un modelo financiero importador, no es un modelo productivo competitivo», y agregó que «el gobierno tomará más deuda y esto es lo peligroso, porque, si la producción no arranca, que es el único lugar de donde salen los dólares genuinos para pagar la deuda, todo se agravará, porque a la larga el país no tiene capacidad de repago».

«Los dólares genuinos -si de un ejemplo se trata- fueron los que se generaron entre 2002 y 2008, con un alto crecimiento de los índices de reactivación, y fuertes reservas, que se cayeron cuando la inflación superó el 30%, así, el dólar competitivo se perdió y lo que era superhabit fiscal comenzó a convertirse en déficit, por eso considero que se trató de una década partida, ni ganada ni perdida, por ese motivo el Frente Renovador plantea, que se deben recuperar esos mecanismos que dieron buenos resultados», manifestó De Mendiguren.

Para el legislador y empresario, la perspectiva no es buena porque prevé «que el crecimiento será muy bajo, extrangulado por el endeudamiento» y vaticinó «que las condiciones para producir no van a mejorar aunque la inflación decaiga, porque la salida no es enfriar la economía, sino calentar la inversión».

«El gobierno busca controlar esta variable a través del atraso cambiarlo y las tasas de interés, y de esta manera no se sale», concluyó De Mendiguren.

Retomando, Giuliano dice que se omite «comparar el peso relativo del gasto público por intereses de la deuda con respecto al de los otros rubros más importantes del gasto total como ser los 97.500 millones de pesos de Seguridad, 94.000 millones de Defensa, 131.000 millones de Educación, los 14.000 millones de Ciencia/Tecnología, 46.300 millones de Salud y 153.600 millones de Energía/Minería».

Sin embargo, en forma paralela a lo expuesto, llama la atención por el grado de discrecionalidad que goza el Ejecutivo en la Ley de Presupuesto, que «le otorga -cualquier cosa- en materia de aceptación de costos, honorarios y gastos en la ejecución de la política de endeudamiento del Estado; y de cuyos montos nadie sabe o pide informaciones ni mucho menos explicaciones», sobre este punto.

Más claro aún es el economista cuando advierte que «una de las claves para entender la impunidad del funcionamiento del uso de este mecanismo de re-endeudamiento permanente es la complicidad de los gobiernos de turno, de la oposición política y de los portavoces del establishment financiero en el ocultamiento a la opinión pública de la deuda como principal factor causal del déficit fiscal».

Es evidente que es difícil demostrar por parte del oficialismo la existencia de «palos en la rueda». Hasta ahora en el parlamento fue acompañado en leyes claves y lo que no pudo resolver por esa vía, recurrió a los Decretos de Necesidad y Urgencia.

Frente a la necesidad del gobierno de conseguir dólares comerciales para pagar el endeudamiento, cobra fuerza el rumor acerca de la idea de una devaluación, con el fundamento de que el tipo de cambio multilateral, «luce» atrasado. El presidente del BCRA, advierte que la política planteada en relación al crecimiento de reservas se podría sustentar en el fin del atraso cambiario.

De todos modos, la forma de conseguir dólares de las exportadoras es devaluando el peso y actualizando el tipo de cambio nominal, es una oferta que resulta interesante y jugosa para las multinacionales, que aportarían monedas extranjeras al mercado, esto permitiría tener reservas para pagar y obtener nuevos compromisos.