Con señales positivas de Roma y de Beijing, el Vaticano y China se preparan para renovar en los próximos días el acuerdo provisorio para la designación conjunta de obispos firmado en 2018, que vence la semana próxima y que supuso el mayor paso de acercamiento bilateral en más de 50 años.

«Se va hacia una renovación del acuerdo. Hay satisfacción de ambos lados y la prórroga serviría para que en Roma y en Beijing se estudie aún con más profundidad la posibilidad de hacerlo permanente», planteó a la agencia de noticias Télam una fuente vaticana al tanto de las negociaciones.

«De todos modos, son dos diplomacias bimilenarias que no tienen apuro en apresurar un acercamiento que, juzgan, ha iniciado con buen pie», planteó la fuente sobre el acuerdo.

El acuerdo, firmado por dos años el 22 de septiembre de 2018, abrió el camino para terminar con la existencia de un grupo de obispos nombrado solo por Roma y sin reconocimiento de Beijing; y otro grupo designado por la denominada «Iglesia patriótica» leal al Gobierno chino y sin aval del Vaticano.

Con el acuerdo, cuyo texto permanece secreto, el Vaticano reconoció a los siete obispos que aún no tenían el aval pontificio y se avanzó en los nombramientos conjuntos, con reconocimiento de ambas partes, de Stefano Xu Hongwei como coauditor de Hanzhong y de Antonio Yao Shun, titular en Jining/Wulanchabu.

En ese marco, el gobierno del gigante asiático envió en las últimas horas señales positivas para la renovación, como ya había planteado la Santa Sede.

«Con los esfuerzos concertados de ambas partes, el acuerdo provisorio sobre el nombramiento de obispos entre China y el Vaticano se ha implementado con éxito desde que se firmó hace unos dos años», dijo en las últimas horas Zhao Lijian, portavoz de la Cancillería china.

«Las dos partes continuarán manteniendo una estrecha comunicación y consultas y mejorarán las relaciones bilaterales», agregó Zhao, en lo que fue leído en Roma como un apoyo explícito a la renovación.

Los dichos del funcionario son en la práctica la primera señal clara desde Beijing que confirma que se avanza hacia una renovación del acuerdo por uno o dos años, como planteó hace algunas semanas uno de los negociadores vaticanos, Claudio Maria Celli.

Más allá del acuerdo, Roma y Beijing continúan sin tener relaciones diplomáticas, y el Vaticano es el único país europeo que reconoce como Estado independiente a Taiwán, al que China considera parte de su territorio.

Este año, el último paso del camino común de acercamientos fue la reunión a mitad de febrero de los cancilleres de la Santa Sede, Paul Gallagher, y de China, Wang Yi, que constituyó el encuentro de más alto nivel desde la proclamación de la República Popular China en 1949, ya que el Vaticano cortó entonces los vínculos con el gigante asiático tras el ascenso de Mao Tse Tsung al poder y estableció relaciones bilaterales con Taiwán.

De todos modos, cuando hace semanas Wang Yi visitó Roma para encontrar a su par italiano Luigi Di Maio no hubo, al menos públicamente, acercamientos o reuniones con sus contrapartes de la Santa Sede.

Pese a que con más de 1.300 millones de habitantes en China hay «apenas» unos 10 millones de católicos, según las estimaciones más favorables de la prensa oficial, el Papa no ha ahorrado gestos hacia Beijing y ha reiterado en más de una oportunidad su intención de visitar el país.

El acuerdo sigue siendo objeto de crítica de varios sectores de la Iglesia, especialmente del cardenal y obispo emérito de Hong Kong Joseph Zen.