El consejo directivo de la CGT ratificó «el compromiso de lucha por la genuina defensa de los derechos humanos en el país» y aseguró que esa política «no puede ni debe ser banalizada por mezquinas pujas político- partidarias sino defendida, difundida y sostenida con la pluralidad, la amplitud y la responsabilidad social que requiere».

En representación de la conducción de la central obrera, el secretario de Derechos Humanos de la CGT, el dirigente judicial Julio Piumato, aseveró que «es preciso diferenciar las consignas vacías de contenido de las auténticas necesidades del pueblo».

Ese área de la central sindical -como consecuencia del proceso iniciado en 2014 desde su Observatorio del Trabajo Forzoso- asumió para el año próximo «el desafío de avanzar en la lucha en rechazo de toda forma de trabajo forzoso e infantil en el país», afirmó Piumato, quien sostuvo que ello «está en línea con los tratados internacionales ratificados en su momento por la Argentina».

«Se continuará aunando esfuerzos con las Secretarías de Relaciones Internacionales y de Juventud y con las organizaciones sociales para visibilizar y resaltar la importancia de esa problemática y fortalecer las iniciativas sindicales y sociales, empresariales y gubernamentales para erradicar ese flagelo», dijo.

Piumato añadió que el Estado debe garantizar, promover y adoptar las medidas necesarias para lograr el ejercicio real y efectivo de los derechos humanos, por lo que convocó a redoblar esfuerzos en la lucha por «un país libre de trabajo forzoso e infantil».

El sindicalista formuló esos conceptos al conmemorar los 66 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y reseñó que en febrero de 1947 el entonces presidente Juan Domingo Perón había proclamado la Declaración de los Derechos del Trabajador, «entregada en custodia a la CGT y que contenía gran parte de los derechos establecidos más tarde» por la ONU.

«Ya desde los orígenes los trabajadores argentinos tuvieron clara conciencia de que luchar por sus reivindicaciones laborales era hacerlo por los derechos humanos», concluyó el gremialista.