La actual cosecha de soja jaqueada por las lluvias, el mal estado de los caminos rurales y los costos que se incrementan dominan la escena de la agricultura en esta fase del año.

Las lluvias dieron un respiro de unos días que fue aprovechado por los productores para recolectar una soja que estaba en la planta -a veces con las vainas abiertas, altos índices de humedad, brotada y manchada-.

Pero luego regresaron las precipitaciones principalmente a la zona núcleo productiva, lo que impidió seguir con los trabajos.

«¿Se cosecha?»; «Nadie está cosechando»; «¿Tenés máquina (cosechadora) disponible?»; «No hay camión»; «No tengo piso»; «Secó algo»; «¿Cómo está el camino?»; son algunas de las frases que se escuchan por estos días en los campos argentinos.

Dirigentes rurales creen que podría haber sido el mejor año para el agro, por la quita de retenciones y de los ROE’s (aunque la suba del precio del gasoil se comió la eliminación de la mayoría de los derechos de exportación) pero sin embargo las lluvias, inundaciones y anegamientos arruinaron todo.

Desde noviembre, el precio del gasoil ha subido un 35% en términos nominales (cerca de $4,5 por litro) y según los economistas Juan Manuel Garzón y Francisco Bullano de la Fundación Mediterránea.

Esa suba de valores del combustible autorizada por el ministerio de Energía, que conduce Juan José Aranguren, motivó un aumento de costos de hasta 8.000 millones de pesos para la actividad agrícola.

Lo cierto es que la cosecha está en el centro de la atención entre la incertidumbre y la suba de los costos, ya que por ejemplo, el grano sale húmedo y hay que pagar el valor de la secada a partir de los 13.50 puntos de humedad a unos 26 pesos, cada medio punto, por tonelada.

El precio del flete aumentó: la Comisión de Cereales de la Confederación Argentina del Transporte Automotor de Cargas determinó un incremento del 23,25 por ciento sobre la tarifa del año pasado.

Así, ahora 10 kilómetros, una distancia típica al acopio, cuesta 86,25 pesos la tonelada, y a puerto según la ubicación pueden ser en la región núcleo productiva 100 km a 237,53 pesos, o 200 km a 370,96 pesos la tonelada y un camión porta 30 toneladas, por lo tanto el costo es alto.

En estas condiciones y con la espada de Damócles de que las cartas de Porte que emite la Afip para trasladar el grano pueden vencerse mientras, se espera que el buen tiempo permita la recolección.

La Bolsa de Cereales de Buenos Aires manifestó que el avance de cosecha cubrió el 41,5% de la superficie apta en el país.

Registró un progreso intersemanal de 17,3 puntos porcentuales y un retraso con respecto al 2015 de -27,1 puntos.

Todo esto se logró con un brutal cuello de botella que hizo que las máquinas de cosechar de alta generación y las más antiguas trabajaran por igual, ante el gran requerimiento de los productores para levantar la soja y llegan a cobrar 1.200 pesos la hectárea.

Otro de los fenómenos que sucede es que cuando el clima amaina, faltan camiones que van desde los acopios a los campos a traer los granos porque se ocupan rápidamente y eso retrasa la cosecha.

Los lotes donde se realizó lo que se llama «soja sobre soja», es decir monocultivo tienen las napas (de agua) más alta, a unos 40 o 50 centímetros de la superficie, por lo que son los terrenos más húmedos y dificultan las tareas de las cosechadoras que se hunden un poco.

En cambio los lotes bien rotados con cultivos, como trigo-soja, o maíz-soja están más firmes, sólo incomoda la paja triguera que «arrastra» y no deja cortar bien a la máquina.

El Panorama Agrícola Semanal de la Bolsa porteña estimó que las pérdidas de superficie sembrada ascienden a un récord de 1.560.000 hectáreas, de las cuales 750.000 hectáreas ya eran contempladas al 31 de marzo pasado y se debían al granizo, sequía y excesos hídricos durante etapas vegetativas del cultivo.

Mientras que otras 785.000 hectáreas corresponden a pérdidas de lotes durante los excesos hídricos de abril, pero no obstante mantiene la estimación de producción final de 56 millones de toneladas para la Argentina.

Ante el estado de situación en que el productor se ve obligado a salir a cosechar a pesar del clima y los elevados índices de humedad, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) brindó una serie de recomendaciones que pasan por calibrar bien las cosechadoras y detalles técnicos a tener en cuenta, como  reducir la presión de inflado de los neumáticos, entre un 20 y un 30% de lo normal, lo que beneficiará la transitabilidad.

Lo que es seguro es que la cosecha de mayo de 2016 pasará a la historia como una de las más complicadas de la historia sojera argentina.