Por Guido Brunet

Una persona encuentra una caja por la calle y la devuelve a su dueño. Hasta aquí nada tan fuera de lo común. Pero la cosa cambia si la caja que la persona halló contenía 200 mil pesos. Esto fue lo que le pasó a Luciana Cejas en la ciudad de Venado Tuerto.

Luciana tiene 21 años y este jueves volvía de realizar unos trámites para la inmobiliaria donde trabaja, cuando observó que una caja cayó desde un auto. La muchacha caminaba por la vereda de enfrente de una sucursal de Banco Nación y, en ese momento, un envoltorio de cartón descendió desde una camioneta Volkswagen Saveiro roja que salía de un estacionamiento. La chica comenzó a caminar en dirección al objeto, detuvo el tránsito y recogió el elemento del suelo. A simple vista se observaba que dentro había una gran cantidad de billetes, 200 mil pesos para ser exactos.

“Estaba la caja arriba del auto, se ve que el hombre abrió la puerta de la chata, subió y se olvidó de la caja, se le cae, le hago señas, no me vio, la caja cae a mitad de la calle, la agarro, veo el dinero, en ese momento me puse en el lugar de él ¡Pobre hombre!”, describe la secuencia a Conclusión Luciana, quien sin pensarlo, casi como un acto reflejo, regresó el dinero inmediatamente a su propietario.

La joven, entonces, se dirigió con la caja a la cochera de donde había egresado el vehículo y esperó que el dueño del dinero apareciera para devolvérsela. A los cinco minutos llegó un señor desesperado. “Le di la caja y le dije que se quedara tranquilo, que estaba toda la plata. Me dice ‘ay nena, cuánto te lo agradezco, se necesita más gente en este país como vos’. Me dio un beso, me abrazó, no lo podía creer”, relata la joven, quien hasta ahora tampoco parece caer en la cuenta de lo que vivió.

La empleada de la inmobiliaria reconoce que el señor quiso otorgarle algo de dinero en agradecimiento y que ella no lo aceptó, pero “igual me lo dio de prepo”, recuerda Luciana del hombre que, dice, hasta ahora no conocer ni siquiera el nombre.

El de Luciana se trata de un gesto que debería ser normal, pero en estos días es muy poco común. “Lo primero que pensé fue devolverlo, creo que es lo que corresponde y lo correcto. Pero hoy en día lo normal se transforma en lo anormal. Uno no tiene que quedarse con cosas que no son de uno”, comenta, y por su tono parece que dice una obviedad, algo que no hace falta ni aclarar.

Luciana tiene 21 años, vive con sus padres, trabaja por la mañana generalmente y a la tarde estudia Ciencias de la Educación en el profesorado N° 7 de Venado Tuerto. Antes daba clases particulares, pero debió suspenderlas ya que en estos momentos tiene que realizar un reemplazo en la inmobiliaria. “Lo que más deseo es recibirme y dedicarme a la educación, me encanta, es lo que me apasiona”, expresa convencida la muchacha que nació en Santiago del Estero y a los tres años se fue a vivir con su familia a Venado Tuerto.

 

En cuanto a su familia, su padre trabajaba en el Hotel Molino de la localidad santafesina, pero debió dejar de prestar servicios luego de sufrir un accidente. Por eso, cuenta que su mamá y sus cuatro hermanos trabajan prácticamente todo el día. “En mi familia nos complotamos para ayudarnos entre todos”, dice Luciana, y cuando habla uno se da cuenta, a partir de su voz, que está sonriendo.

“Yo lo veo como muy normal, tengo los valores muy bien inculcados, eso pasa. Ya sean 200 mil pesos, 100 mil, 200 pesos, lo tenés que devolver, es así”, manifiesta con seguridad Luciana. Luego, a modo de ejemplo de esos valores que le fueron transmitidos, comenta una anécdota en la que sus hermanos, cuando iban al jardín, llevaron a su casa un autito que no era de ellos. Entonces su madre al otro día los obligó a devolverlo. “Yo vengo de mis raíces de ser humilde, de tener bien inculcados los valores y creo que por ahí empieza todo”, sintetiza la estudiante.

Por último, Luciana contó que hace unos meses su moto fue robada y que aún espera que se la devuelvan. Claro, no todos son como ella. Porque como dijo el propietario del dinero, se necesita más gente así.

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