Los naufragios continúan en el Mediterráneo, aumentando a 18 muertos y 340 desparecidos este jueves el balance de víctimas de la semana y se teme que se agrave por la retirada progresiva de embarcaciones humanitarias a causa del invierno.

Y como los migrantes continúan partiendo en grandes cantidades para tratar de cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa, hay temor de que estas historias sigan repitiéndose en este fin de año que ya ha batido récords, con al menos 4.621 migrantes muertos o desaparecidos, según cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Los 27 sobrevivientes del último bote naufragado, en su mayoría hombres muy jóvenes, contaron que unos 130 partieron de una playa cerca de Trípoli a las 02H00 del lunes, según declaraciones tomadas por Médicos sin Fronteras (MSF).

Luego de varias horas de navegación, los traficantes que los acompañaban desde otro barco recuperaron el motor de su bote neumático y los abandonaron a la deriva, sin posibilidad de maniobrar frente a las olas y sin teléfono satelital para pedir ayuda.

El bote sobrecargado comenzó a inundarse y luego a desinflarse. El mar estaba agitado y a medida que pasaban las horas las olas y la fatiga se fueron llevando a decenas de pasajeros, entre ellos dos adolescentes.

A la llegada el miércoles al mediodía del barco militar británico «Enterprise», comprometido en la operación antitraficantes, solo había 27 jóvenes agarrados a lo que restaba de la embarcación.

Recogidos por el «Enterprise», estos senegaleses en su mayoría, aunque también guineanos, gambianos y sierraleoneses, así como seis cuerpos hallados alrededor del bote, fueron trasladados en el «Bourbon Argos» de MSF.

«Están agotados, conmocionados y traumatizados», dijo a la AFP por vía telefónica desde el «Bourbon Argos» Michele Delaro, coordinador de MSF. El barco regresó en la noche a la zona de rescate tras haber desembarcado en Trapani (Sicilia) a unos 800 migrantes rescatados hace algunos días.