El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, eliminó la llamada «cláusula de anulación» de su proyecto de reforma judicial, una cuestionada disposición que, de haber sido aprobada la ley, hubiera permitido al Parlamento anular una decisión de la Corte Suprema por mayoría simple.

«Abandoné la idea de una cláusula de anulación que permita al Parlamento anular las decisiones de la Corte Suprema por mayoría simple», afirmó en una entrevista con el diario estadounidense Wall Street Journal.

Tal disposición, duramente criticada, había sido aprobada en primera lectura por el Parlamento en marzo.

El primer ministro, cuyo Gobierno es uno de los más derechistas en la historia de Israel, también afirmó en la entrevista que buscó un «amplio consenso» con la oposición, a la que consideró demasiado «presionada políticamente» para aceptar un compromiso, según recogió la agencia de noticias AFP.

Los dos principales líderes de la oposición, Yair Lapid y Benny Gantz, anunciaron el 14 de junio que suspendían su participación en las negociaciones sobre la reforma.

Los detractores de la reforma judicial, que cada semana marcharon por las calles del país desde que fue anunciada en enero, advierten que llevará al país por una deriva antiliberal o autoritaria.

Pero el Gobierno insiste en que pretende equilibrar el poder reduciendo las prerrogativas de la Corte Suprema -a la que considera politizada- en favor del Parlamento (Knesset).

Otra disposición fuertemente disputada de la reforma, que modifica el proceso de nombramiento de los jueces, también fue adoptada por los diputados en primera lectura.

Netanyahu prometió la semana pasada que continuaría con la reforma, criticada también en el exterior.

En tanto, el presidente estadounidense, Joe Biden, expresó su preocupación y llamó al primer ministro a buscar un acuerdo.

Los críticos con la reforma judicial argumentan que se trata de un ataque al equilibrio de poderes de Israel, fundamentalmente a las bases en las que se asienta la democracia, ya que concede al Parlamento una influencia inusitada para revocar decisiones judiciales.

Por otro lado, Netanyahu se pronunció también sobre el aumento de la violencia en los últimos meses entre israelíes y palestinos y evaluó que algunas zonas del norte de los territorios ocupados de Cisjordania «son algo parecido a una tierra de nadie» ante el «fracaso» de la Autoridad Palestina a la hora de controlar la situación.

Sin embargo, defendió «mantener la Autoridad Palestina», según recogió la agencia de noticias Europa Press.

«No quiero que se disuelva, eso es algo ridículo», afirmó el primer ministro, que consideró que la Autoridad Palestina está debilitada por sus «convulsiones políticas».

Las tensiones repuntaron el 19 de junio, cuando una redada del Ejército de Israel en la ciudad cisjordana de Yenín dejó siete palestinos muertos, entre ellos dos menores, y más de 90 heridos.

Apenas un día después, cuatro israelíes murieron tiroteados en un ataque cerca del asentamiento de Eli.

En este contexto, cientos de colonos llevaron a cabo ataques contra varias localidades cisjordanas, sucesos que terminaron con la muerte de un palestino, mientras que el Ejército israelí mató a tres palestinos en un ataque con dron cerca de Yenín.

El aumento de las tensiones durante los últimos meses llevó a la muerte de 175 palestinos y 25 israelíes, mientras se teme que pueda haber un estallido generalizado de violencia.

Netanyahu llegó a afirmar recientemente que «todas las opciones están abiertas», en medio de los llamamientos en el seno de la coalición gubernamental para una operación a gran escala en Cisjordania.