El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, aseguró que la «crueldad» infligida por las fuerzas israelíes sobre la población de la Franja de Gaza, en particular la muerte de mujeres y niños, supondrá «el fin del régimen sionista».

«Veremos la victoria de los palestinos y la eliminación de los israelíes», pronosticó Raisi, en un discurso ante el Parlamento en el que planteó «un nuevo orden mundial» con los países que alzaron su voz en favor de los derechos humanos durante estas últimas semanas, informó la agencia de noticias Europa Press.

Raisi denunció que países que se dicen defensores de estos derechos, en alusión a Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, estén respaldando lo que Irán considera ya un «genocidio», según informó la cadena pública Press TV.

Además, consideró «desafortunado» que haya instituciones internacionales «responsables de defender a los oprimidos» incapaces de actuar frente a la «arrogancia global» que simboliza Estados Unidos, en una alusión velada a Naciones Unidas y al Consejo de Seguridad.

Las palabras de Raisi van en sintonía con la postura del líder supremo de Irán, el ayatollah Ali Jamenei, quien a finales de noviembre afirmó que «la derrota del régimen sionista en Gaza es un hecho».

Jamenei también apuntó contra Estados Unidos y los países occidentales.

Asimismo, criticó el hecho de que “algunos países musulmanes parecen condenar los crímenes del régimen sionista en las asambleas” internacionales, pero no actúan en consecuencia, y llamó a esos países a romper relaciones con Israel.

Varios países árabes, entre ellos Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Jordania y Bahréin establecieron vínculos oficiales con Israel, archienemigo de Irán.

El 7 de octubre, milicianos de Hamas irrumpieron en Israel, en un ataque sorpresa que dejó más de 1.200 muertos, en su mayoría civiles, y 240 secuestrados, entre ellas una veintena de argentinos.

En respuesta, Israel prometió eliminar a Hamas y desató una campaña de ataques aéreos y terrestres en Gaza que, según el gobierno del enclave, dejó más de 15.000 muertos, en su mayoría civiles.