Vladimir Putin regresó al primer plano de la política internacional con su decisión de bombardear a los yihadistas en Siria, lo que parece ubicarlo por delante de la estrategia que desarrolla Barack Obama en ese país.

Putin volvió a alzar su voz luego de las sanciones aplicadas por Washington y la Unión Europea (UE) contra Rusia, en marzo de 2014, por la anexión de la península de Crimea, donde la mayoría de los habitantes votaron por pertenecer a la órbita de Moscú.

Aunque es cierto que la Casa Blanca y sus aliados empezaron a atacar al Estado Islámico (EI) y a otros grupos fundamentalistas en septiembre de 2014, los bombardeos rusos en Siria han sacudido el panorama internacional.

Putin tiene al menos dos razones para hacerlo ahora: proteger a su aliado, el presidente sirio Bachar al Assad; y defender sus propios intereses, teniendo en cuenta que Moscú posee en Siria las bases de Tartus y Latakia sobre el mar Mediterráneo.

Pero hay un tercer factor que puede justificar la actitud de Rusia: la situación del fundamentalismo islámico en Chechenia y el Cáucaso norte, aunque el presidente checheno, Ramzan Kadyrov, aseguró a mediados de julio pasado que «no va a haber bases ni rastro alguno de ese grupo terrorista» en esa región.

Esta es la segunda vez que Putin deja mal parado a Obama, pues en octubre de 2013 el presidente ruso impidió que los estadounidenses bombardearan Siria por el supuesto uso de armas químicas contra los rebeldes que buscan derrocar a Al Assad.

«La única manera correcta de combatir el terrorismo internacional, y a sus bandas que luchan en Siria y en países vecinos, es actuando preventivamente para combatir y destruir a sus militantes en territorios que ya han ocupado, y no esperarlos que vengan a nuestras casas», dijo el presidente ruso, tras participar en la Asamblea General de la ONU.

Después de recibir la aprobación del Senado, el pasado miércoles, Moscú bombardeó bastiones de las milicias del EI, así como objetivos de Al Qaeda y del grupo Al Nusra,
Pero Rusia negó que haya atacado a grupos opositores al presidente Al Assad, tal como afirmó Washington y el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, con sede en Londres. Para Obama, los rusos no distinguen entre el EI y la oposición moderada sunnita, «y eso es una receta para el desastre».

En este contexto, Irán envió tropas a Siria para combatir a los yihadistas que atacan al gobierno de Al Assad, a quien Francia investiga por supuestos crímenes de guerra, basándose en el llamado «Informe César» que contiene fotografías de víctimas de asesinatos y torturas cometidas entre 2011 y 2013.

Algunos expertos sostienen que sin una acción coordinada entre los bombardeos y las fuerzas terrestres, es imposible derrotar al EI.

«Las naciones unidas deberían condenar todo tipo de bombardeo. Hoy es Siria; mañana puede ser cualquiera», dijo a Télam el director del Departamento de Cultura el Centro Islámico de Buenos Aires, Ricardo Elía.

Según este analista, «Siria e Irak, como países, ya no existen más. El EI, a pesar de la vigilancia satelital de Estados Unidos, exporta petróleo y recibe armas. Hoy el gobierno de Al Assad a duras penas tiene el 20 por ciento del territorio sirio», afirmó Elía.

Tanto Turquía como Arabia Saudita criticaron la ofensiva del Kremlin en Siria, donde Mosçú trata ahora de coordinar sus ataques con Estados Unidos y sus aliados. Los sirios sufren una guerra civil desde marzo de 2011 que ya causó al menos 250.000 muertos y más de cuatro millones de refugiados, según la BBC de Londres.

En Estados Unidos, mientras tanto, las críticas contra Obama no se hicieron esperar.
En un artículo editorial, el diario The New York Times señaló el viernes que el mandatario «parece haber sido tomado por sorpresa por el atrevido movimiento para reafirmar la influencia rusa en Medio Oeste, como Putin pretende, sin duda».

«A pesar de los ataques aéreos encabezados por Estados Unidos, la Administración de Obama no tiene una real estrategia en Siria. Obviamente, tampoco hay una estrategia rusa, excepto fortalecer a Al Assad, a quien Putin considera la llave para estabilizar la región, pero que la mayoría de sus embrutecidos ciudadanos detestan», afirmó el rotativo.

Los republicanos son los principales críticos de Obama, dado que el senador John McCain ya había hablado del «fracaso del liderazgo estadounidense» que en su opinión fortaleció a Putin en Medio Oriente.

Mientras Moscú respalda al presidente sirio, Washington y sus aliados -entre ellos Francia-, quieren que Al Assad se aleje del poder para iniciar una etapa de transición en ese país.

Por estas horas, en las que Putin se enfrenta por su postura con los principales líderes de Occidente, Washington tiene otras preocupaciones: la milicia Talibán ocupó esta semana la ciudad de Kunduz, en el norte de Afganistán, de 300.000 habitantes.

Es, sin dudas, un nuevo dolor de cabeza para Washington, ya que es la primera vez que los talibanes conquistan una ciudad estratégica desde que las tropas estadounidenses invadieron ese país luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001.