Por Fabrizio Turturici

“Cambiemos tiene la aspiración concreta y real de gobernar la región”, expresa Roy López Molina, quien se convirtió en el as de espadas del gobierno para alcanzar dicho objetivo, lanzando su candidatura a concejal este año y comenzando una sigilosa carrera a intendente en 2019.

El diputado provincial del PRO recibe a Conclusión en su despacho con vista al río y comienza: “Los dirigentes santafesinos de Cambiemos tenemos la obligación de funcionar como vínculo permanente entre el gobierno nacional y provincial”.

En referencia a la coalición gobernante, señaló que “hay tres metas que nos propusimos: pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y unión de los argentinos. Son metas que están en el horizonte pero que nos sirven como norte para saber hacia dónde ir”.

A lo largo de la entrevista, López Molina se despachó con elogios y críticas a la gestión socialista, pero fue más duro con el kirchnerismo, a quien acusó de “estar trabajando para el fracaso de Mauricio Macri”.

“Lamentablemente también hay un sector del Frente Progresista, liderado por Antonio Bonfatti, que sigue creyendo que la manera de hacer política es a través de agresiones y agravios”, dijo. Y sobre la ambivalencia del radicalismo local, agregó: “Mi única advertencia es que cuando se demoran tanto algunas definiciones, luego son vistas con desconfianza”.

El candidato a concejal  para los comicios de este año consideró que “Rosario y Santa Fe necesitan una transformación política. El socialismo estuvo treinta años al frente del gobierno y muchos de sus logros perdieron fuerza. Esta ciudad puede dar mucho más”.

Haciendo foco en esa transformación política, López Molina aclaró que “queremos reflejar aquí el fuerte cambio que se generó a nivel nacional. Al gobierno le importa Santa Fe, sólo hay que ver el lugar privilegiado que se le dio en obras de infraestructura, materia de seguridad y demás”.

—¿Y por qué en cierto punto sigue siendo conflictiva la relación con el socialismo?

—El gobernador Lifschitz entendió que la manera de trabajar juntos no era atacando con chicanas, sino poniendo objetivos comunes. Los primeros meses no fueron fáciles, quizás porque estaban acostumbrados a tener una relación tirante. Pero Macri cambió el paradigma de provincias sometidas permanentemente al Estado nacional. Por eso tiene buena relación con todos los gobernadores, incluso del peronismo. Por eso se discutió una reforma de la ley de coparticipación federal y se están ejecutando obras en distintos lugares sin mirar las camisetas políticas.

—¿Cómo se encuentra la alianza con el radicalismo? Muchos aluden cierto grado de menosprecio por parte del núcleo duro del PRO…

—Yo veo una relación cada vez más fortalecida. Cambiemos es una coalición de gobierno relativamente moderna. En Santa Fe tenemos la particularidad de que la UCR comparte espacio también con el socialismo. Pero cada vez son más los radicales que apuestan a Cambiemos. Por otra parte, el Frente Progresista siempre les dio un lugar secundario, mientras que nosotros tenemos la posibilidad de ofrecerles algo distinto.

—¿Al PRO le molesta que el radicalismo siga atendiendo por las dos ventanillas?

—Es un problema de ellos, nosotros siempre pedimos definiciones. Mientras tanto, vemos que la relación ha ido creciendo y seguramente tendremos una propuesta en conjunto para el nivel nacional y provincial. En el plano local, será su decisión ver a quién acompañan. Mi única advertencia: cuidado que cuando se demoran tanto algunas definiciones, luego son vistas con desconfianza por el que tiene que optar.

—¿Cómo ve al gobierno de Mauricio Macri?

—Venimos de un año complejo, donde se pudo evitar una crisis económica y social gracias a decisiones trascendentales. Ordenamos la economía y dejamos de mentir en las estadísticas. Incorporamos un millón y medio de personas a la asignación universal por hijo. En resumen, fue un año difícil que nos permitió sentar las bases para que Argentina crezca en 2017. Recuperamos las instituciones; la inflación está bajando, el empleo se está recuperando, hay sectores vinculados a la industria y el campo que están creciendo…

—¿Por qué existe una disociación entre el optimismo del gobierno y la desconfianza de una sociedad que no la está pasando bien?

—Yo tengo la oportunidad de charlar cada semana con vecinos que me plantean sinceramente lo que sienten. Algunos están mejor y otros están esperando ponerse en marcha. El optimismo y la esperanza en el cambio no se han perdido, porque se entiende que la deuda que nos dejaron es inmensa. Hay sectores industriales que están pasando por complicaciones, pero veamos las causas: General Motors, por una caída de la actividad en Brasil; Sancor, por una deuda con el gobierno de Venezuela; Mefro Wheels, porque no pudo modernizarse a tiempo. Estos son algunos casos, yo prefiero mirar a las empresas que están haciendo inversiones millonarias en este país. Está claro que algunos sectores tienen la idea de instalar el pesimismo sin fundamentos claros, recortando malas noticias de algunos diarios para acomodarlas como una realidad global.

—¿Hay sectores que buscan desestabilizar al gobierno?

—Creo que los sectores vinculados al kirchnerismo no asumieron la derrota y están trabajando para el fracaso de Mauricio Macri, sin entender que eso nos hará fracasar una vez más como país. Están haciendo todo lo posible para que suceda y el conflicto docente es el claro ejemplo. Son expresiones ruidosas pero cada vez más minoritarias. Los argentinos que votaron el cambio son los que van a sostener pacíficamente a este gobierno.