Por Fabrizio Turturici

Fernando “Chino” Navarro, referente del Movimiento Evita y hombre cercano por mucho tiempo al Frente para la Victoria, se refirió en la segunda parte de la entrevista de Conclusión al papel del kirchnerismo dentro del peronismo y al futuro político de Cristina Fernández de Kirchner.

“El futuro se construye desde categorías más amplias que el kirchnerismo e incluso que el propio peronismo”, consignó el diputado de la provincia de Buenos Aires, antes de agregar que “la política está por encima de los nombres propios”.

Asimismo, Navarro realizó una autocrítica sobre la gestión pasada al precisar que “no pudimos derrotar la pobreza incluyendo políticas sociales con educación y trabajo, tampoco supimos combatir el narcodelito ni entender el mundo».

“La corrupción me duele, porque es mucho más grave en un gobierno que hizo tanto por millones de argentinos, que militaron y confiaron desinteresadamente y se enteran que un político o empresario lucró con el esfuerzo de todo un pueblo. Esto entristece, da bronca y genera impotencia, pero hay que seguir adelante. Por eso es bueno que si hay responsabilidades, el compañero (que deja de serlo porque pasa a ser una persona procesada), vaya preso”, esbozó el líder del Movimiento Evita.

—¿Qué futuro tiene el kirchnerismo?

—El futuro se construye desde categorías más amplias que el kirchnerismo e incluso que el propio peronismo. La categoría tiene que ser pueblo, trabajadores, pequeña y mediana empresas, entre otros. No alcanza con un sector, debemos formar una mayoría que incluya a las partes y que piense en un todo.

—¿Cuáles son las claves para que pueda lograrse ese punto de unión?

—Sentido común, responsabilidad, mirada autocrítica, generosidad… Perón decía que primero estaba la Patria, después el Movimiento y después los Hombres; yo respetuosamente agrego que después de los hombres, estamos aquellos que nos decimos dirigentes, líderes y candidatos; tenemos que subordinarnos al interés común de los hombres, del movimiento y de la patria.

—¿Qué representa la figura de Cristina Fernández de Kirchner dentro de la oposición?

—Una compañera que ejerció la presidencia durante ocho años, que si le sumamos los cuatro de Néstor Kirchner fueron los mejores doce de las últimas décadas. Pero nos encontramos con límites, con muchos aciertos, pero con errores que nos impidieron completar un ciclo virtuoso de crecimiento, de derrotar definitivamente la pobreza, de entender el fenómeno del capitalismo. Por eso hay que pensar sistemas económicos de componente humano, donde los factores sean las personas y no los números ni la macroeconomía. No es fácil, es un diseño que tiene que ver con un mundo que está cambiando, que genera cada vez más riquezas pero de la mano de la tecnología, cada vez menos trabajo. El mundo y Argentina están ante esta encrucijada, dentro de este esquema, uno reivindica todo lo bueno de Cristina. Los errores son consecuencia de límites que tienen una etapa social: los liderazgos expresan lo mejor de un pueblo pero también sus límites en una etapa histórica.

—Entonces, ¿tiene futuro de cara a las elecciones legislativas?

—No importa qué futuro tenga Cristina o cualquier otro dirigente, haciendo la salvedad de que Cristina está por encima de la media. Lo que importa es si tiene futuro el pueblo argentino, y para que eso pase debe haber una instancia unidad en torno a la defensa de derechos que quieren avasallar.

—Usted habló de autocrítica sobre la última década y de errores particulares que le impidieron seguir gobernando. ¿En qué fallaron?

—No tuvimos una caracterización adecuada sobre lo que pasa en el mundo. Hay un nuevo capitalismo financiero y globalizado que le importa ganar dinero a costa de cualquier cosa. No entendimos que la tecnología genera mucha riqueza pero poca mano de obra. Por otro lado, el gobierno anterior hizo un notable esfuerzo para derrotar la pobreza, bajándola considerablemente pero sin poder eliminarla. En suma, las políticas sociales no alcanzan para contener la exclusión, se requieren también políticas de educación y trabajo. El narcodelito que es un nuevo fenómeno no lo pudimos caracterizar adecuadamente para enfrentarlo, aunque la equidad y justicia social enfrenta y limita la inseguridad. Quedamos a mitad de camino, hicimos mucho pero no pudimos resolverlo. Por supuesto que los grupos económicos jugaron a desestabilizar nuestro gobierno, impedir que Cristina termine su mandato. La oposición no fue constructiva, entre otros factores. Hubo también sectores sociales que fueron dejándonos de lado porque nuestro discurso se tornó monotemático, muy ideológico; no administramos los matices de una sociedad donde no siempre debía ser ‘bueno o malo’, hay que entender que existen los grises. Todo esto es un aprendizaje complejo en un proceso donde la democracia no siempre impulsa la participación popular, muchas veces la congela, porque tenemos una Constitución muy parada en el liberalismo del siglo XIX.

—¿Y sobre la corrupción? ¿Fue el motivo por el cual Movimiento Evita se despegó del Frente para la Victoria?

—Nosotros no le soltamos la mano a nadie, transitamos el mismo camino que hemos transitado históricamente. Lo que sí expresamos son diferencias: la primera es no asumir que perdimos por culpa nuestra. Estamos convencidos –no por fanatismo sino por racionalidad- que las elecciones las perdimos nosotros por errores cometidos. Esto implica una revisión de cara a la sociedad. En el Congreso, con el FPV debimos haber hecho un gran esfuerzo para ponerle freno a las políticas de Macri. En el afán de ser ‘más oposición que nadie’ y caer en actitudes más testimoniales que políticas, no logramos articular una oposición donde todos juntos éramos más que el oficialismo. Tercero, no estábamos dispuestos a convalidar en una votación el hecho de escondernos detrás de los fueros: estos no pueden ser un instrumento para impedir el accionar de la Justicia, aunque el mismo sea discutible e infundado. Ante la sociedad y la opinión pública, por el bombardeo que había, no podíamos parecer funcionales a eso. Cuando hay una denuncia, hay que ponerse a disposición de la Justicia, como hace la propia Cristina.

—¿Pero qué reflexión hace sobre los casos de corrupción protagonizados por altos funcionarios del gobierno anterior?

—No ignoro que la corrupción es estructural y que detrás de esta campaña de decir que ‘todos son corruptos’ con causas muchas veces armadas, más ligadas a la persecución política que judicial, se esconden otros intereses, que es distraer a la opinión pública. No obstante, así como estamos orgullosos de los aciertos, debemos asumir los errores cometidos. Si hay denuncias, aunque nos parezcan tiradas de los pelos, igual hay que apretar los dientes y presentarse en la Justicia. Por supuesto que la corrupción me duele, porque es mucho más grave en un gobierno que hizo tanto por millones de argentinos, que militaron y confiaron desinteresadamente. Cuando se enteran que un político o empresario lucró con el esfuerzo de todo un pueblo, entristece, da bronca y genera impotencia, pero hay que seguir adelante. Por eso es bueno que si hay responsabilidades, el compañero (que deja de serlo porque pasa a ser una persona procesada), vaya preso.

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