Imagen: Archivo Museo Bicentenario.

 

Los episodios que se conmemoran todo 20 de noviembre en Argentina (desde 1974 de manera oficial -2010 como feriado nacional trasladable-) constituyen, por la actuación de quien comandara a la Confederación y su pueblo, una de las páginas más gloriosas de la historia argentina.

Tal como lo indica el consenso de los historiadores, en esos años se decidió realmente nuestro destino y se afianzó de tal modo que las defecciones posteriores no lograron borrar todas sus consecuencias.

Hito de un período en que la Confederación Argentina enfrentó de igual a igual (siendo una nación, como tal, de apenas poco más que treinta años) y resistió el embate de intención sin duda colonial de las dos potencias (al menos marítimas) más importantes de la época: Inglaterra y Francia, la epopeya en torno a lo que sin duda hubiera decantado en la recuperación de la Banda Oriental, era reconocida entonces por representantes diplomáticos acreditados ante la institucionalidad vernácula (de Estados Unidos, Portugal, Cerdeña, Francia y Bolivia), algo que evidenciaba el vuelco de la opinión pública internacional a favor de la resistencia argentina.

Más allá de las tergiversaciones con las que se ha querido disimular el verdadero cariz de la intervención extranjera, lo que se defendía en 1845 bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas (quien entonces era gobernador de Buenos Aires y ostentaba el poder nacional) era la libertad de los ríos interiores, para llevar paz a los gobiernos de Entre Ríos y Corrientes y sus costas; donde se veía la intención disgregadora de tratar en forma aislada con las provincias de la Confederación.

Si bien la batalla a la que alude la fecha puntual (la historia no puede analizarse en imágenes congeladas sino móviles y pictóricas, en tanto proceso), la de la Vuelta de Obligado, en el río Paraná, le otorgó al invasor una victoria (murieron alrededor de 650 contra 150 extranjeros), la misma fue pírrica ya que en términos estratégicos su importancia fue casi nula.

En cambio, su importancia política fue muy grande para la causa nacional, al darle vigor al espíritu de resistencia y despertar a la realidad a muchos incrédulos en su valor. Hasta en la propia Francia invasora lo exaltaba Emilio de Girardin, o en los diarios de Estados Unidos, uno de los cuales, The Journal of Commerce, decía de Rosas: “Verdaderamente el es un grande hombre, y en sus manos ese país es la segunda república de América”. Diarios chilenos y de otras naciones del continente hacían lo propio.

Atentos a la importancia de esta fecha, raramente relegada en relevancia respecto a otras que hacen a la conformación de la Patria, desde el Centro de Estudio de Historia Constitucional argentina de la facultad de Derecho de la UNR, se organizó una celebración (claramente virtual por las restricciones a raíz de la pandemia) para reflexionar a partir  de un nuevo Día de la Soberanía Nacional. La misma, que arranca a las 18 y se transmitirá por el canal de YouTube del Cehca, tiene a Jorge Ripani, abogado y docente de dicha cátedra, como uno de sus animadores.

En un intenso y rico en conceptos diálogo con Conclusión, expuso algunas de las claves para pensar la jornada, así como también se permitió construir puentes de razonamiento respecto a la actualidad del país, desde la óptica incontrastable de la historia nacional.

Jorge Ripani (Estudio Ripani) – Centro de Estudio de Historia Constitucional argentina (Cehca) en Derecho UNR.

Sus principales definiciones

Contexto y ubicación histórica. La idea es reivindicar todo un proceso argentino y americano de construcción de poder nacional que pudo, algo que hoy parecería loco, triunfar militar y diplomáticamente contra las dos armadas de los dos países más poderosos del mundo, Francia e Inglaterra. Hoy eso es algo que resulta totalmente llamativo y extraño. Si uno empieza a desasnar cuál es ese camino, básicamente la Confederación Argentina -liderada por Juan Manuel de Rosas-, como una especie de magistratura de carácter autóctono, mestizo, que es el encargo de la relaciones exteriores (él no es presidente, sino que es encargado de la relaciones exteriores), va a tener tres puntos en los cuales él se basa, que son las tres patas de la mesa de la construcción del poder nacional: el proteccionismo económico a través de la ley de aduanas, la cultura nacional a través de la reivindicación del legado hispánico, indígena y la catolicidad, el idioma español no solamente como forma de enfrentarse a los pocos unitarios que pedían cambiar el idioma nacional -decían que todo lo español e indio era malo, significado de atraso-, sino que se entendía eso como una forma de unificar a la Argentina y a todo el virreinato del Río de la Plata. También, como tercera pata de la mesa va a tener la Patria Grande, porque Rosas va a ser el hacedor, el tipo que detiene el gran big bang del imperio español, en lo que hace a nuestro medio. Rosas va a pasar los últimos 15 años de su período histórico combatiendo contra intentos exteriores de ir cortando la desmembración del virreinato del Río de la Plata. Tan es así, que su caída se produce cuando él está por recuperar la Banda Oriental, es decir, que la provincia Oriental vuelva al redil del Río de la Plata. Son tres patas de la mesa: Patria Grande o continentalismo, cultura nacional y proteccionismo económico. Rosas va a entender, así como toda la élite dirigencial nacional del momento, que solamente con manufacturas e industria nacional puede haber poder de una nación.

Bases. Esto está probado por las cartas diplomáticas y por las cartas que han tenido los distintos actores políticos de esas dos naciones. Básicamente, que el río de La Plata y el río Paraná no queden en una sola mano, en una sola nación, mientras ellos sí tienen al Támesis en una sola nación, si tienen al Sena en una sola nación, lo mismo Brasil el Amazonas; no van a querer que el río de la Plata, por otro lado el Uruguay (pero también el Paraná), estén en una sola mano. Eso no lo van a lograr. La Argentina, no solamente con el pueblo que lucha fervientemente por la causa nacional, sino también por la elite de conducción política. Es decir que hay una conjunción: no puede haber solo una elite de conducción política sin un pueblo que lo acompañe, pero tampoco el pueblo, solo sin conductores, tiene voluntad. Es decir, el pueblo no escribe, no se puede manifestar sin una élite de gobierno que lo conduzca. Cuando se dan esas dos características, podemos estar en presencia de una insoburdinación fundante, que era lo que la Argentina en ese momento estaba logrando. Posiblemente con algunos años más la Argentina se iba a transformar, y esto también lo reconoce el canciller brasilero Paulino Suarez de Sousa en sus cartas, donde dice que si la Argentina, o el Río de la Plata, o las Provincias Unidas del Sur, recupera la Banda Oriental, posiblemente recupere las misiones orientales y posiblemente también el Paraguay, y quedaríamos con la potencia regional, que además con industria y una fuerte milicia, se podía transformar en una potencia mundial, tranquilamente.

Ocupación del territorio, ayer y hoy. Ya desde aquellos años (desde 1833) las Malvinas están siendo ocupadas, invadidas, por los británicos y hoy continúa así. El tratado de Madrid es el que pone paz, que podríamos contrapesarlo con el tratado Souter-Arana de estos tiempos. Pero en cambio, este tratado de Madrid, que se hace para reestablecer las relaciones diplomáticas luego de Malvinas, es un tratado de la dependencia, es parte de lo que denominamos el nuevo estatuto legal del coloniaje. Hoy la Argentina, para navegar cierta cantidad de millas marinas cerca de sus Islas Malvinas, tiene que dar aviso a un capitán, a un almirante británico que está en las islas. Bueno, las islas son explotadas con todo su capital en recursos naturales, pesqueros, se dice que puede haber petróleo ahí, y no solamente eso, hoy la Argentina está perdiendo la cordillera de los Andes por lo que es la ley de minería y toda una serie de empresas que en realidad son empresas del commonwealth británico: Sudáfrica, Australia, Canadá, que las explotan. Resulta muy interesante que, no necesariamente el viejo adversario de la Argentina que es Gran Bretaña (recordamos 1806, 1807, las invasiones donde se roban el tesoro de Buenos Aires y todavía no lo devuelven, tenemos la guerra de la invasión al Paraná completa que dura muchísimos años, tenemos la guerra de las Malvinas donde muchos compatriotas van a morir defendiendo la nación argentina), es el único actor internacional que pueda ahora pretender que la Argentina siga siendo una nueva colonia, una neo colonia, sino que también hay unidades políticas sin asiento territorial que no son Estados, como la oligarquía financiera internacional, la banca concentrada que, a su vez, posee los medios de comunicación vernáculos, y también nuevos estados como China, que tienen muchas pretensiones en lo que es nuestro territorio y recursos.

Recursos. No solamente lo que es la Pampa Húmeda, los ríos que bañan la Argentina, la cordillera, el litio que hay en el noroeste argentino, sino también la Patagonia que es un territorio prácticamente vacío, tiene más o menos 2 millones y medio de habitantes mientras que un punto de Buenos Aires, que es La Matanza, tiene la misma cantidad de habitantes. En geopolítica, nos marca la historia que los territorios que no se ocupan son ocupados por otros; la Patagonia no solamente tiene esos recursos que decíamos, sino que es el último pie que tiene el ser humano en el mundo para poder llegar a la Antártida, que entendemos que es la Antártida Argentina.

Bicontinental. Hoy la Argentina es un país de dos continentes. Buenos Aires es la capital de dos continentes, continente americano y el continente antártico. En ese momento, tenemos (en diplomacia) de los mejores hombres: en Londres, Manuel Moreno; en Francia está Sarratea; en la corte de Río de Janeiro está Guido, y en EE.UU está Alvear. Cuatro de los que se llaman los “patriotas antiguos”, los “patriotas de Mayo”. También los Necochea, el mismo San Martín, son hombres que están apoyando el gobierno de la Confederación  Argentina. Otra cosa que podemos ver con el estudio de los partes diplomáticos, en las conductas, en cuanto a las publicaciones de cartas y notas en los periódicos de Europa, es que San Martín opera como un embajador sin embajada en Europa, paga de su propio peculio publicaciones, se cartea, se escribe cartas con distintos diplomáticos de Europa. Mientras está residiendo en Francia le pasa información a Sarratea, a Guido -que era su mejor amigo- y también al mismísimo Rosas, por cartas, de cómo está la situación en Europa. Fundamental, un hombre que fue olvidado y no sé si hay una calle en Rosario a su nombre, es Felipe Arana, que es el gran hacedor, el gran negociador de la Argentina en este tratado con Gran Bretaña. Tuve la oportunidad de ver las cartas que se mandan entre Rosas y Arana, donde Arana le va contando cómo es la actuación, le va pidiendo permiso a Rosas para diversas cosas con el embajador británico, y realmente estamos en presencia de un hombre muy patriota pero también muy inteligente, y creo que eso resume todo: ser muy patriota, tener mucha inteligencia, que los argentinos la tenemos, esa viveza criolla, solo nos falta un poquito más de amor propio para poder reverdecer y poder tener memoria de esas grandes figuras, que llevaron a la Nación a los primeros planos del mundo. Uno cuando ve los periódicos de Europa en la época, hay una gran simpatía, un gran misterio, una gran atracción por esa Confederación Argentina que se está fundando, que tiene solamente 30 años.

El gran pueblo argentino. Tengo la sensación de que en esta tierra argentina lo mejor que tenemos es el pueblo. A mí me llama la atención como la gente se ha enganchado en este acto que vamos a hacer por el día de la soberanía nacional. Me parece que esa cuestión está intacta, solo falta que ese pueblo sea bien interpretado por los conductores políticos del momento. Se trata de eso, que tengan inteligencia y amor propio, porque ese amor va a llevar al patriotismo y la fuerza de voluntad para sobreponerse a todo. Un viejo escritor decía que “tenía que estar ungido por el sagrado oleo de Samuel”, no es tan fácil. Estamos hablando de una Argentina que cierra un tratado donde gana la guerra en el año ´49, con Inglaterra y en el ´50 con Francia, que los logra dividir porque Francia e Inglaterra venían juntos y terminan celebrando tratados por separado. Argentina, moviendo las fichas del ajedrez perfectamente, pero además con sensación patriótica. Todos estos hombres terminaron exiliados, desterrados, muertos, perseguidos. No le temían a la muerte, no le temían al problema económico, como todos los gauchos que lo acompañaban. Luego, hubo en los años ´50 una postura argentina de tercera posición, importante, que no quería entrar en el Fondo Monetario Internacional, que no quería entrar en una guerra europea y por eso fue sancionada en Yalta, en el reparto del mundo. Estas cuestiones van pasando más o menos cada cien años. Como decía José Hernández en el Martín Fierro, “el gaucho tiene que aguantar hasta que lo trague el pozo o hasta que venga algún criollo en esta tierra a mandar”.