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Por Facundo Díaz D’Alessandro

El aislamiento social obligatorio es una medida drástica y probablemente ingrata, pero necesaria para evitar la propagación mayor de una pandemia para la que aún no se ha encontrado -en el mundo- una cura efectiva.

Dicho esto, no es una herejía sino una necesidad aún mayor revisar los efectos económicos que pueda tener, especialmente en los que viven de “la diaria” y para los que tocar fondo es algo de “ya mismo” y no pueden esperar a llenar un formulario.

Es que no existe una dicotomía entre la economía y la salud, aunque se entiende que puede querer hacerse referencia a la primacía histórica de los mercados financieros. Como dice un ex secretario de Comercio: los ricos viven de su riqueza, de la economía viven los pobres.

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Esta es la realidad que parece comenzar a reflejarse en las barriadas rosarinas (es probable que se replique en otras zonas metropolitanas del país), como consecuencia del parate inevitable de actividades como las ocho ferias populares que funcionaban en la ciudad y de la que participaban activamente alrededor de 680 personas. Algo similar sucede con las denominadas “changas”, de todo tipo.

Se trata de un considerable tramo informal de la economía (en Rosario se calcula como mínimo 5.000 familias en situación extrema, seguramente sean más), gente que vive “el día a día”, a punto tal que incluso puede resultar tarde cuando acabe de llenar un formulario online en la Anses, en el día que le corresponda por su número final de DNI, y aguarde por la llegada del subsidio extraordinario de 10 mil pesos para informales, monotributistas y autónomos anunciados por el Gobierno.

En tanto desde la municipalidad, según dijeron a Conclusión, por ahora se concentran “en el alimento como una medida para paliar esta situación especial”.

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“Este fin de semana vamos a asistir la urgencia que ellos planteen, para asistir eso vamos a estar. En la semana iremos asistiendo a medida que va avanzando la llegada de alimento, los proveedores están saturados. Es un país no acomodado para proveer al estado de la cantidad de alimento que está pidiendo”, explicó Pablo Murúa, subsecretario de Economía Social de Rosario.

Y añadió: “Es un universo muy grande, tenemos que acomodarnos, no estaba en lo previsto. No podes caerle con una caja de comida común, tenés que darles una caja de comida como para que una familia subsista una semana mínimo. La idea es acercarle un conjunto de cajas ahora, este fin de semana y después en la semana. Asistirlos con dinero no es una opción porque no hay bancos.”

Aislados en el fondo

Mari, una señora de zona oeste que participa de una de las ferias populares suspendidas por el aislamiento (Feria del Tanque), contó a Conclusión algunos aspectos de la “terrible crisis” que atraviesan, que los lleva incluso en pensar en algún tipo de movilización en los próximos días (con la protección a la que pueden acceder, por ejemplo “trajes de lluvia”) para visibilizar la urgencia de una situación que requiere resolución para ayer.

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“Tenemos gente en una situación crítica, que vive el día a día, no tienen dinero, esta semana tocaron fondo, no sabemos qué hacer. Hoy se terminó la plata, lo esencial para vivir. Una señora ayer me dice ‘si no nos mata el virus nos mata el hambre’. Tenemos mucha gente mayor, que no cobra pensión por distintos motivos. Gente de los carros, que no pueden salir a cirujear y vivían de eso, como ellos dicen, las panaderías les daban pan, algunos negocios la comida, y lo que ganaban era para vivir. Y ahora no tienen ni uno ni lo otro”, relató la feriante.

La asistencia estatal resulta clave en momentos como este. El gobierno nacional anunció y ya abrió la inscripción para una asistencia extraordinaria de 10 mil pesos para cuentapropistas, pero hasta que eso se instrumente efectivamente ese bache deben cubrirlo Ejecutivos locales.

En la provincia Santa Fe, muchos municipios y comunas tienen una situación compleja en sus finanzas y necesitan de la asistencia provincial, que ya anunció refuerzos alimentarios y asistencias excepcionales a los gobiernos locales y, según pudo saber Conclusión, prepara un esquema de contención especial para afrontar las duras semanas venideras, mientras espera que la Legislatura finalmente le apruebe la ley que declara el Estado de Necesidad Pública, otorgándole más fondos para administrar la crisis.

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Desde algunas ferias populares, antes que la ayuda directa, piden ser considerados entre las actividades exceptuadas para poder trabajar. Si no es posible, claro que no se negarían a ser asistidos.

“Estamos todos aislados adentro de las casas, pasa el comando, si te ven en la vereda te meten adentro otra vez. En esta situación, con la economía como está, mucho tiempo no la vas a tener a la gente encerrada, va a salir a rebuscarse el pan de cada día”, advirtió a Conclusión Alicia, otra feriante, en este caso, de la Homero Manzi, en la zona sur de la ciudad.

“Las familias tenemos gente grande, de tercera edad, gente discapacitada que a algunos el gobierno anterior le ha sacado el subsidio y no lo pudieron recuperar, la gente que sale a cirujear, mamás que tienen 5 o 6 chicos e iban a la feria para poder rebuscársela”, detalló.

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En Rosario, previo a la cuarentena, funcionaban ocho ferias populares, a las que deben sumarse las de economía social, las de artesanos, vendedores ambulantes y hasta peones de taxi, entre otros rubros, que hoy por hoy necesitan de una asistencia urgente ante el escenario económico que plantea la crisis sanitaria (y luego de dos años en recesión).

Es una situación en la que claro debe priorizarse la salud, que también es comer.