Por Ariana Robles

El aumento de las tarifas de los servicios públicos y de las cuotas de las inmobiliarias sumado a la baja del consumo generaron un combo que en Rosario se traduce en despidos, suspensiones y merma de la actividad económica.

La situación quedó en evidencia días atrás tras un estudio realizado por el Centro de Estudios Metropolitanos de la Concejalía Popular que corrobora que de abril 2016 a abril 2017 hay 609 nuevos locales cerrados y en menos de dos años, cerraron más de 1.200.

Tras el cierre del primer trimestre del año, Conclusión dialogó con Ricardo Diab, titular de la Asociación Empresaria local, quien analizó la baja en el consumo que afecta de manera directa a las Pymes comerciales, producto de la fuerte caída del poder adquisitivo de la población.

—¿A qué se debe la caída en las ventas?

—Al bajo poder adquisitivo que ha afectado al asalariado, eso es un problema significativo. Los salarios han tenido una caída sustancial en relación al año anterior y este 2017 tampoco se van a reestructurar los niveles salariales. Esa es la principal causa del enfriamiento de las ventas.

—La primera semana de abril se informó el cierre de uno 500 locales comerciales en Rosario, ¿a qué se debió esta situación?

—Creo que es producto de las consecuencias propias de la economía. La primera se debe a la baja en las ventas y el consumo, y a esto se suman los altos costos de funcionamiento, los costos energéticos y por supuesto el aumento de los alquileres. Todo deriva principalmente del bajo consumo que viene dándose consecutivamente desde 2016, que cerramos con un 7% menos en el nivel de consumo a nivel global y que continuó de la misma manera durante enero, febrero y marzo. Esta situación hizo que las empresas que no tienen mucho respaldo financiero y económico para sostener este momento tuvieran que cerrar el local cuando se les venció el contrato, y esto se sintió más aún en los emprendedores que debido al panorama hoy buscan otras posibilidades. Por eso, se ven mayores comercios vacíos en la ciudad.

—Dentro de esta baja en las ventas, ¿el Ahora 12 y el Ahora 18 podrían repuntar la situación?

—El Ahora 12 fue responsable en 2014 del repunte de las ventas pero el poder adquisitivo era otro. Hoy mejora la situación porque si no estuvieran estas posibilidades la caída sería mucho mayor, pero el asalariado tiene un límite.

—¿Hubo algún rubro donde se acrecentó esta caída?

—No, pero sí se notó la caída en electrodomésticos, construcción, ferretería e indumentaria. Los rubros menos castigados fueron alimentos y bebidas, la gente se volcó más a los productos de necesidad inmediata.

—Usted hablaba de la baja que sufrió el sector en 2016, ¿cree que el comercio puede soportar otra caída?

—Creo que hay otra realidad. Hoy los comercios que estén adecuados, reacomodados y tengan capacidad financiera para sobrellevar estas circunstancias van a ir navegando dentro de esta política económica, pero a las pequeñas empresas que no tengan posibilidad económica, se les va a hacer muy difícil estructurarse.

—¿La situación puede acrecentarse?

—La situación puede empeorar. El que entra al sistema ya sabe con lo que se encuentra, el problema es para el que está en el comercio desde hace varios años porque la economía era diferente y estaba acostumbrado a otra estructura. Creemos que el panorama seguirá de esta forma hasta que se termine de reacomodar el mercado. Para que todo mejore se debe frenar la inflación y empezar a mejorar el poder adquisitivo del salario. Mientras eso no ocurra, va a ser difícil salir adelante. Hoy se está esperando sólo el derrame que pueda generar la obra pública y la construcción privada, pero por la vía directa no hay ninguna perspectiva de que crezca el consumo.

—¿Qué opina de los despidos y la reducción de personal que surgieron en algunas empresas?

—Todo lo que pasa deriva en la misma consecuencia. En estos casos, las consecuencias tuvieron que ver con la importación de productos. Muchos dicen que al sector le da lo mismo vender un producto que otro, pero cuando tenemos que vender productos importados, que se podrían producir en el país, es un problema porque sabemos que esto deriva en los despidos y repercute en el consumo también. Al comercio en definitiva le interesa que haya más fabricas funcionando, más gente trabajando y más consumidores.

—¿Cuánto influyeron las políticas del Gobierno en esta realidad económica?

—Creo que la política nacional está bien marcada y deriva en una política de inversión y no en el fomento del consumo. Por eso creemos que mientras más se demoren las inversiones, el panorama va a seguir complicado.

—¿Desde el sector qué plantean para que la situación mejore?

—Acá hay una problemática puntual que se debe al temor por la inflación cuando se incentiva el consumo. En ese sentido, creo que somos culpables por no haber hecho una tarea que derive en una mayor producción para que haya una mayor oferta y puedan bajar los costos. De todos modos siempre preferimos regular las cuestiones a partir de que haya consumo.

—¿Cuáles son las perspectivas para lo que resta del año?

—Creemos que no va a haber grandes cambios. Esperamos que haya una mejora pero no va a ser sustancial para el sector. Hoy se está esperando sólo el derrame que pueda generar la obra pública y la construcción privada, pero por la vía directa no hay ninguna perspectiva de que crezca el consumo.