Este domingo los argentinos deberán acudir nuevamente a las urnas para las elecciones primarias y, como en todo turno electoral, en el mercado cambiario se aceleran los pulsos con cada minuto de aproximación a la hora de los comicios.

Por razones insondables y probablemente múltiples, inversores de distinto calibre toman decisiones en base a conclusiones probablemente calculadas, apresuradas o equivocadas, pero así funcionan esas transacciones bursátiles o financieras donde la expectativa y la especulación, de límite siempre difuso, juegan su papel.

En los últimos días, las noticias financieras dieron reporte de una “tendencia alcista” y “presión cambiaria”, la cual se manifiesta en el mercado paralelo al regir un control de cambios que salvaguarda las reservas del Banco Central de sangrías mayores, como las de otra época.

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Herramienta opaca, es a la que deben apelar los gobiernos para evitar un desguace que empeore todo, sobre todo una economía profundamente recesiva como es la argentina desde hace más de tres años.

Este viernes, ya con regimiento de la veda electoral que impide publicidad proselitista, el dólar blue puso un freno a la escalada de las últimas jornadas y cotizó a un promedio de $186,50, mientras el Banco Central volvió a desprenderse de USD 90 millones ante la sostenida presión de la demanda de divisas en la plaza cambiaria.

El billete en el segmento informal cerró con un retroceso de 50 centavos, aunque operó al alza en la primera parte del día.

Así, puso un freno a la suba de las últimas jornadas, aunque en los primeros días de septiembre ya registró un aumento superior al de todo agosto ante el creciente apetito para dolarizar carteras en los días previos a las PASO.

Escenario previo

Durante el mes pasado, el blue experimentó un aumento de $1, mientras que en el inicio del nuevo mes ya sumó $5. Por su parte, el dólar mayorista ganó cuatro centavos y terminó a $98,05.

En el sector en el que operan las grandes empresas se ve un crecimiento en la demanda impulsado principalmente por los importadores en un contexto en el que además se da una baja en la liquidación por parte del sector agroexportador.

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Ante ese escenario, el Banco Central tuvo que vender nuevamente unos USD 90 millones. A lo largo del mes, la autoridad monetaria ya sacrificó en torno a USD 500 millones de las reservas, que este jueves finalizaron en USD 45.726 millones.

Pese a la presión sobre el dólar, el ministro de Economía, Martín Guzmán, insistió en que la situación del país es «robusta» para evitar cimbronazos con el dólar, que en los últimos días escaló con fuerza en la previa a las elecciones.

El funcionario nacional sostuvo que «el tipo de cambio oficial lo hemos planteado con un sendero depreciatorio en el año de alrededor de 24%, que se viene cumpliendo», y aseguró que el objetivo es «llegar a diciembre con esa pauta».

«Hoy la Argentina tiene una brecha cambiaria porque hay controles de capitales que adoptó el gobierno anterior, en el contexto de un descalabro macroeconómico», consideró.

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A su vez, remarcó: «Hoy enfrentamos una situación de mayor robustez en el frente externo» y añadió que «el año pasado las brechas llegaron a ser 130 y 150%, y ahora se redujeron entre 60 y 70 puntos porcentuales».

Shock de pesos al mercado

Otra arista que alarma en las oficinas del Palacio de Hacienda en relación a la cotización de la divisa, y que puede volver a generar dolores de cabeza en el plano cambiario es el acelerado incremento de la base monetaria en los últimos meses, a la par de la necesidad de cubrir gastos extra de asistencia por la segunda ola del Covid y otros huecos derivados del grueso déficit fiscal en las cuentas públicas.

En esa línea, el Banco Central continúa con los giros al Tesoro para hacer frente al aumento del gasto y en la primera semana de septiembre ya transfirió unos $60.000 millones. A lo largo del año ya envió un total de $770.000 millones, aunque el mayor ritmo de giros se dio a partir de la segunda mitad del 2021.

Particularmente en julio se comenzó a consolidar una aceleración en términos de las necesidades de pesos cubiertas por la autoridad monetaria.

A su vez, se deben tener en cuenta las dificultades por parte del Tesoro en las últimas colocaciones de deuda, un hecho que algunos economistas ya habían señalado como clave, dado que luego se iba a recurrir a la emisión tanto para cubrir el déficit como los montos que no se puedan refinanciar.

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El último envío de dinero fue concretado el viernes 3 de septiembre en concepto de «Transferencia de utilidades».

El ministro de Economía, Martín Guzmán, remarcó que su intención es no depender de la emisión para obtener financiamiento de eventuales déficits, pero aclaró: «Una cosa es reducir el déficit fiscal y otra cosa es hacer un ajuste del gasto público«.

Los analistas insisten en que durante la primera mitad del año se dieron factores estacionales que se reflejaron en menores necesidades fiscales, pero aclaran que ello se modificó, por lo que es esperable más presión durante el segundo semestre.

Para el Gobierno, será clave enfrentar la aceleración de la expansión monetaria. De ese modo, tras las elecciones, estiman que será necesario acelerar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, que permita evitar un salto del dólar, con el consiguiente impacto en la inflación y en la pobreza.