Finalmente, y tal como anticipábamos, la inflación sigue siendo totalmente diferente a la que el estimó el gobierno año tras año. Luego de la fallida conferencia de prensa en la que se comunicó la nueva meta inflacionaria para 2018, en diciembre pasado, el pronóstico oficial se terminó de pulverizar, a tal punto que, como afirmó en su momento el ex presidente del Banco Central, “dejó de ser una meta”.

El mal manejo de la política antiinflacionaria, los problemas autogenerados con las variables monetarias y la fragilidad a la que se expuso a la economía frente a los movimientos de capitales, coadyuvaron para desestabilizar aún más el sistema de precios del país. La mega devaluación del tipo de cambio, el traspaso a precios y el ajuste de las cuentas fiscales (quita de subsidios a los servicios) desterraron indefectiblemente la expectativa inflacionaria del 15 por ciento para 2018.

A pesar de la realidad de los números que marcaban una inflación muy por encima de lo estipulado, el gobierno continuó sosteniendo caprichosamente un techo paritario del 15 por ciento, el que a mitad de año, ya había sido perforado por la realidad, generando pérdidas de poder adquisitivo significativas en el salario real.

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Ocurrió entonces, que los salarios y la inflación no crecieron al mismo ritmo. En lo que va del año, la inflación alcanza una suba acumulada del 32 por ciento, mientras que el promedio de arreglos paritarios no supera el 20-25%. Un estudio presentado por una consultora privada proyectó que la pérdida de poder adquisitivo para 2018 rondará el 11 por ciento.

Como si esto fuera poco, en los últimos días, el INDEC reveló que la variación mensual del índice de precios al consumidor ascendió a 6,5 por ciento en septiembre. Es el número más alto registrado durante la gestión de Cambiemos. Incluso, podría decirse que resulta el mayor incremento de precios registrado desde abril de 2002.

En lo que va del año, los precios acumularon un incremento del 32,4 por ciento, mientras que en los últimos doce meses la suba llegó al 40,5 por ciento. Esta dinámica de precios es resultado directo de las decisiones de política económica del gobierno de Cambiemos, atribuible coyunturalmente a los movimientos abruptos en el tipo de cambio, además de la decisión de eliminar subsidios económicos y beneficiar a sectores particulares.

En el mes de septiembre, en línea con el alza en el coste de los combustibles, el transporte aumentó 10,4 por ciento respecto al mes de agosto pasado. El equipamiento y mantenimiento del hogar lo siguió con 9,7 por ciento, Indumentaria con 9,8 por ciento, y Alimentos y bebidas con 7 por ciento.

Resulta importante mencionar que, a pesar de los diferentes niveles de variación mensual, los alimentos y las bebidas junto con el transporte fueron los rubros que mayor incidencia tuvieron sobre el resultado mensual total.

En los últimos doce meses, los rubros que registraron mayores subas fueron: Transporte con 58,8 por ciento, Vivienda, servicios básicos y combustibles 53,3 por ciento, y Comunicación 50 por ciento. Los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas tampoco se quedaron atrás: entre septiembre de 2017 y septiembre de 2018, se registró un incremento de 40,4 por ciento. Incluso, al observar la incidencia sobre la variación, se apreció que los alimentos acumularon una incidencia superior a todos los demás rubros. Lo siguieron transporte y servicios básicos.

Finalmente, la política económica del gobierno de cambiemos, hizo que de la comida un bien relativamente más caro, generando una importante transferencia de ingreso desde los sectores más humildes y vulnerables, hacia los que acumulan mayores ganancias y detentan la propiedad de los recursos. En otras palabras, un cambio que empobrece a los pobres y enriquece a los ricos.

Esteban Guida- [email protected]