Por Fabrizio Turturici

El economista Javier Milei consideró que “en 2017 no habrá crecimiento genuino, sino un mínimo rebote de la economía”, aunque interpretó como buen pronóstico la estrepitosa salida de Alfonso Prat Gay del Ministerio de Hacienda.

En diálogo exclusivo con Conclusión, el economista liberal de pelo alborotado y fuertes convicciones, que considera que “Argentina no es competitiva porque tiene que sostener a una corporación política chorra, parasitaria e inútil”, dijo además que “no hay muchos motivos para ser optimistas con respecto a nuestra situación actual”.

Por otro lado, Milei puso en duda la existencia del Banco Central de la República Argentina tras decir que “cuando uno revisa los daños que produce, se da cuenta que el BCRA de ninguna manera puede hacer bien”.

Al ser consultado sobre si consideraba liberal al gobierno de Mauricio Macri, el economista respondió que “al contrario, Canbiemos tiene un perfil estatista, lo hizo en la Ciudad de Buenos Aires y lo está replicando en el plano nacional; el déficit lo hacen para gastar y no para bajar los impuestos”, clamó.

—¿Qué expectativas hay para el 2017?

—En líneas generales, no creo que haya muchos motivos para ser optimistas en el plano de la producción, más allá de lo que los economistas llamamos rebote del gato muerto. Lo que viene bien es el tema de la inflación: el promedio mensual del último semestre está en el 1,5%, eso significa que estaríamos en una inflación anual del 20 por ciento. Por ende, para llegar a la meta del 17,12 no habría que esforzarse demasiado. La política monetaria se está trabajando bien, el problema radica en que terminaremos el año que viene con un déficit fiscal de doce puntos del PBI, el segundo más grande de la historia, en un contexto donde las tasas de intereses en los Estados Unidos están subiendo. Se generaría, así, una potencial crisis de financiamiento. Esto se resuelve yendo al FMI, defaulteando o emitiendo dinero.

milei1—A los que no somos economistas, nos cuesta entender el verdadero rumbo de este gobierno. Decían que el Estado venía a achicarse y, al contrario, se agrandó. ¿Definirías al gobierno como neoliberal?

—No, por varias cuestiones. Primero, porque el término neoliberal no existe: no hay vieja o nueva libertad: hay libertad o no la hay. Este gobierno no es liberal. Al contrario, tiene un perfil estatista. Lo ha hecho en la Ciudad de Buenos Aires y lo está replicando a nivel nacional. Si se hace déficit fiscal para bajar impuestos, dicen que es un escándalo; pero cuando se hace para gastar, está todo bien. Es típico del estatismo.

—En materia económica, entonces, ¿se pueden establecer puntos de comparación con el kirchnerismo?

—Junto a un colega llegamos a la reflexión conjunta de que el macrismo es kirchnerismo con buenos modales. De hecho, no veo grandes diferencias entre los postulados de Alfonso Prat Gay y Axel Kicillof. Este último incrementó brutalmente el déficit fiscal, el producto per cápita cayó y aceleró la tasa de inflación haciéndola pasar del 20 promedio en cuatro años, a 30 en el segundo gobierno de Cristina. Entonces, en materia económica, si no funcionó con Kicillof tampoco con Prat Gay. El keynesianismo no funciona en este país.

—La diferencia radica en que el pasado gobierno intentaba controlar el déficit fiscal imprimiendo billetes, mientras que el actual lo hace emitiendo deuda. ¿A qué nos puede llevar esto?

—El kirchnerismo lo hacía con emisión monetaria, comiéndose las reservas pero colocando poca deuda en el exterior. Al llegar el macrismo, se encontró sin reservas, quiso bajar la inflación reduciendo la emisión monetaria y entonces, tuvo que pedirlo. Son distintas fuentes de financiamiento pero el problema sigue siendo el mismo: el déficit que no baja. ¿Hasta cuándo soportará esto el mercado? El día que hagan la cuenta y se den cuenta que no va, se cortará el financiamiento. Esto pone en jaque el anclaje de las expectativas.

—Cambiemos anunció que llevará adelante en 2017 una reforma integral de los impuestos. ¿Cómo lo ve?

—Estoy de acuerdo, pero que la reforma signifique bajar el peso del sector público en la economía y no para aumentarlo. El proyecto original de Ganancias que propuso el oficialismo era para aumentar la presión fiscal. Lo que determinará si la reforma sirve o no, es si pagaremos más o menos impuestos el año que viene. Si los que nos rompemos el lomo trabajando vamos a pagar más impuestos todavía, sería una basura. Necesitamos que nos saquen el pie de la cabeza estos parásitos políticos que viven de chuparnos la sangre a los que producimos.

—¿Propusiste la eliminación del Banco Central?

—Tenemos que discutir si es necesario tener un BCRA. Cuando uno revisa todos los daños que produce, queda claro que no debería existir. De hecho, son instituciones relativamente nuevas. El daño mayor que produce es que como el dinero no entra de cualquier manera en la economía, la forma en cual se inyecta genera redistribuciones del ingreso totalmente arbitrarias, que afecta al consumo, ahorro e inversión; mientras se genera una estructura de capital artificial que desemboca en crisis. Entonces, de ninguna manera el Banco Central puede hacer bien. O no hace nada, o genera muchísimo daño. ¿Para qué lo quiero? Yo iría hacia un sistema de competencia monetaria con banca libre, una solución más viable que la que ideó la señora Mercedes Marcó del Pont, a la que habría que hacerle un juicio por mala praxis. Por otro lado, eso no quita que destaque la labor de Federico Sturzenegger, ya que si no fuera por la formidable política monetaria que llevó adelante en medio de esta crisis, tendríamos 500% de inflación.

—¿Cómo ves la salida de Alfonso Prat Gay?

—Siempre que se vaya un keynesiano es positivo. Antes de que asumiera Macri, yo pedía que a Prat Gay lo pongan en cancillería, de modo tal que esté lo más lejos posible de la economía, porque un keynesiano en la economía iba a hacer daño. Efectivamente es lo que pasó. Ahora que el fracaso es evidente, todos se quieren despegar; pero en su momento lo bancaron todos a Prat Gay por encima de un Sturzenegger resistido. Es que fue el que garantizó que siga la joda y el despilfarro. Que se hagan cargo Macri, Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Los políticos siempre se inclinan por los grandes vendedores de humo, que son los keynesianos. Y claro, no tienen a nadie que les diga que el problema son ellos, que tienen que bajar sus remuneraciones para terminar con el choreo de la política. Las ratas keynesianas venden humo, pero cuando llega el momento de la verdad y deben afrontar la crisis que ellos mismos generaron, se van, como las ratas. Son los primeros que abandonan el barco. Los políticos son seres extremadamente miserables y que tienen la sartén por el mango, por lo tanto nunca toman decisiones que favorecen a la gente, siempre en favor de la corporación política.

—¿Y qué podemos esperar de Nicolás Dujovne y Luis Caputo?

—En primer punto, no creo que la salida de Prat Gay y las designaciones de los nuevos ministros signifique necesariamente el fin de la grieta en economía. Se viene un poco más de ajuste; pero intentar el ajuste del fisco por la vía del crecimiento, manteniendo el gasto real, es no entender el problema. Tiene que ajustar la política para que haya inversiones.