Los números concretos todavía están en el horno, terminando de procesarse, pero el ministro de Economía de Santa Fe ya tiene la composición en su cabeza. Asegura que la foto final de las cuentas de 2018 es “levemente superavitaria”.

Ese resultado, según el análisis preliminar de Economía (los números finales estarán procesados para la tercera semana de enero) se produjo a pesar de la caída de ingresos durante la segunda mitad del año, a razón de entre 2 y 6% por debajo de la inflación según el mes que se tome en la comparación interanual.

En la primera mitad del año los ingresos del Estado provincial se habían mantenido en línea con la inflación. En los segundos seis meses la crisis económica-financiera iniciada a mediados de mayo impactó de lleno.

¿Cómo se llegó entonces “el resultado equilibrado”? Con la recesión a la vista, hiperdevaluación del peso y la profundización del ajuste nacional, el ministerio encaró una reprogramación completa del gasto a mediados de año. A esa altura ya estaba claro que todos los precios relativos de la economía estaban patas para arriba y que el impacto se sentiría tanto en el sector público como en el privado. El Presupuesto 2018 había quedado reducido a ficción.

El gobierno recalculó ingresos y egresos y bajó la orden de máxima austeridad a los ministros. Aquí está la carta que el gobierno minimiza. Circunscribe el recorte a gastos corrientes, entendidos como superfluos, sin haber afectado servicios y prestaciones del Estado.

“Para nosotros es un orgullo que tengamos un leve superávit, que llamamos resultado equilibrado porque demuestra que hay otra manera política posible administrativa-financiera que es lo que nos toca”, le dijo Saglione a Conclusión.

Economía tenía que lograr dos desafíos centrales. Uno garantizaba la gobernabilidad, el otro fue un objetivo que le impuso el gobernador, porque es su sello de gestión y porque apuntalaba la economía de la provincia.

Y los consiguió: cumplió con la cláusula gatillo que actualizaba inflación mes a mes en el salario de los agentes del Estado y sostuvo el nivel de ejecución de obra pública, que en términos administrativos se denomina bajo el título genérico de gastos de capital.

“A pesar de todo lo que ocurrió este año logramos mantener el nivel de obra pública de 2017”, valoró.

Para el ministro esto marca diferencias con Nación y otras provincias: “Salarios con cláusula gatillo y sostenimiento de la obra pública amortiguan al consumo agregado de la economía santafesina durante la crisis. Son todos recursos que se consumen acá, que movilizan la economía local”.

-¿El gobierno logró ejecutar el 100% de los recursos presupuestados para gastos de capital? – preguntó Conclusión.

-Eso merece una aclaración. Siempre hay un porcentaje de subejecución propia de la dinámica de las obras, es difícil en lo instrumental alcanzar el ciento por ciento. En nuestro caso eso ocurrió porque se atrasó alguna partida nacional para financiamiento de viviendas o porque se demoró la autorización para tomar el crédito de uno de los grandes acueductos, y otras situaciones así. No fue por motivo de problema presupuestario. No tengo precisión aún, pero fácilmente debimos estar por el 80% de la ejecución total o más, que es un valor históricamente alto.

-¿Cómo resolvieron ante esas situaciones?

-La provincia sobrejecutó en términos reales la obra pública que tenía previsto financiar con sus partidas. Hasta noviembre los gastos de capital tuvieron un nivel de ejecución más alto que los gastos corrientes (diciembre es distinto porque incide el pago de aguinaldo). Ejecutamos por encima de lo presupuestado con recursos propios, de lo que nosotros llamamos la fuente de financiamiento 111 que son fondos de libre disponibilidad. Así reforzamos por ejemplo el Fondo Sojero que significó 500 millones menos porque el gobierno nacional lo discontinuó. A diferencia de cómo se leen las cuentas del Estado nacional, lo que el ministro considera un leve superávit representa el resultado final incluido el pago de intereses de deuda. Santa Fe no discrimina, como se hace con las cuentas del Estado nacional, entre lo que sería el superávit o déficit primario del financiero, que representa el resultado primario más intereses de deuda.