Por Facundo Díaz D’Alessandro

Este jueves la sala de sesiones Raúl Alfonsín del Palacio Vasallo reflejó, pasadas las 15, el verdadero clima imperante en la política rosarina por estas horas: la calma que antecede al huracán.

En la superficie, apenas la mitad de los concejales del cuerpo (15 de 28), estaban sentados para el inicio de la sesión. Durante aproximadamente la media hora que duró, algunos entraron, salieron, y otros retornaron luego, seguramente entre una actividad de campaña y otra, para poder para alcanzar el quórum mínimo para tratar el temario sobre tablas (21), acordado en la reunión de comisión parlamentaria.

El acuerdo para no tratar temas sensibles (y no tan sensibles), a 10 días de los comicios que definirán al nuevo intendente y la renovación de 15 bancas, se asume tácito. Nadie quiere exponerse a dar un paso en falso, a caer en la trampa de alguna provocación sutil que quede registrada y, en tiempos de redes sociales, se viralice en cuestión de minutos y pueda minar alguna imagen.

Puede resultar algo rebuscado, pero los ediles lo piensan. Aquí un voto más o menos, cambia la ecuación. El intendente gana por un voto, y un voto puede significar la entrada de un concejal de una fuerza u otra.

La ansiedad y la incertidumbre pre electoral pueblan la mente de cada candidato/a, en las distintas categorías, locales y provinciales (que en el caso del Concejo son muchos), y los llevan a estar obsesivamente en cada detalle.

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Para graficar este panorama, casi el único tema en el que se extendieron en algunas exposiciones fue un reconocimiento a la conmemoración del natalicio 91 de Ernesto Che Guevara.

En ese tren expuso el presidente de la comisión de Cultura, Andrés Giménez, quien mencionó algunas de las virtudes del ícono revolucionario que trascendió las fronteras de la ciudad y el país (¿es el rosarino más famoso o Messi lo destronó?).

El “clímax” de la sesión, aunque suene realmente exagerado, fue la toma de la palabra por parte de Agapito Blanco. El edil del Pro, que suele tener posturas “conservadoras” (o al menos “no progre”), se manifestó para apoyar la iniciativa, sorprendiendo a propios y extraños: en tono de broma y entre la risa generalizada, varios se pararon a aplaudirlo.

Papeles en el viento

Lo cierto es que los tiempos de la política no son los tiempos de la sociedad. Y nadie puede ofenderse por ello, pero sí reclamar mayor celeridad. Las cosas sólo pueden transformarse desde los lugares de poder, y aún dañada y algo remanida, la democracia sigue siendo el mecanismo más justo de instrumentación del mismo.

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Al menos todavía no apareció nada mejor, porque sino se hubiera impuesto. Eso sí, lo único que no se detiene, es la rosca. Algunos ya están pensando en el organigrama del nuevo Concejo, aunque aquellos que renueven bancas, o quienes ingresen, recién lo hagan efectivamente a partir de 2020.

Una de esas incógintas es la futura presidencia del cuerpo, hoy ostentada por Alejandro Roselló, concejal de Cambiemos, la fuerza mayoritaria con 9 bancas.

Tres de esas nueve expiran este año y se verá cuántas puedan renovarse. De cualquier manera, el macrismo local seguirá teniendo un número importante. Quien encabeza la lista de Cambiemos es Daniela León, seguida por el propio Roselló. León ya fue presidenta del cuerpo. ¿Habrá pelea entre compañeros de bancada por ese lugar? Ya hay quienes elucubran.

También podría pugnar por ese asiento la actual edila radical progresista María Eugenia Schmuck. En su momento estuvo cerca de acceder al segundo lugar en la cadena de mando de Rosario, pero se impuso León, quien entonces integraba las filas del oficialismo.

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Si se repiten los resultados de las Paso, el Frente Progresista lograría meter por lo menos 5 concejales, con lo cual quedaría fortalecido en el recinto y Schmuck, que compite para renovar, reúne condiciones para presidir.

Todos son papeles en el viento hasta el domingo 16 de junio, cuando todo se defina realmente y la política rosarina (y santafesina) salga del estado de vigilia permanente.