Por Fabrizio Turturici

Luciano Laspina es uno de los motores imprescindibles del gobierno en materia económica, al menos dentro del Congreso. En dicho contexto, el diputado nacional del PRO camina por un trayecto ascendente que le permite ser el candidato del oficialismo en la provincia de Santa Fe.

Así lo confirmó en entrevista exclusiva de Conclusión, tras decir que “estaré en la lista de Cambiemos porque tengo la expectativa de que los santafesinos se sientan mejor representados”. Y aunque no lo admita, es probable que incluso llegue a encabezar dicho listado, si la logística electoral así lo dispone.

El presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda tuvo un rol clave en la Cámara Baja. Se convirtió en uno de los baluartes económicos del gobierno en el plano legislativo y ya trabaja por “una reforma impositiva y de coparticipación”, según reveló a este medio.

Laspina se siente “sorprendido y orgulloso” por verse respaldado por todo el gabinete, pero sobre todo por Elisa Carrió, quien “nos guía por el camino de la moral y nos advierte de los peligros de alejarnos de la república”.

A propósito de esto, Laspina opinó sobre el escándalo del Correo Argentino y  dijo que “en ningún caso se podrá cuestionar que se hicieron todos los procedimientos administrativos a seguirse. Tampoco que el presidente haya intervenido en este caso”, abundó en correlato a la estrategia oficialista de desligar a Macri de la empresa de su padre.

En otro orden, el economista rosarino se refirió a la posibilidad de engrosar la pata peronista del gobierno: “Cambiemos es un espacio político que no está blindado, por lo cual estamos abiertos a las posibilidades de que se sumen valiosos dirigentes peronistas que comparten la vocación de construir un futuro mejor”; aunque aclaró que la prioridad del oficialismo es “reforzar la alianza entre el PRO, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica”.

—Con la vista puesta en las elecciones de este año, ¿entiende que representa una de las cartas más fuertes del gobierno?

—No sé si podría decir que soy una carta fuerte del gobierno, lo que sí entiendo es que existe gran interés por parte del presidente y del jefe de Gabinete en que renueve mi banca. Yo completé el mandato de Miguel del Sel cuando renunció para competir por Santa Fe, así que es muy probable que integre la lista de diputados del oficialismo para volver a estar allí. El año pasado tuve un rol muy importante en la comisión de Presupuesto: se viene por delante una reforma impositiva y de la coparticipación que requerirá un trabajo técnico pesado, de modo tal que me siento honrado en tener esta demanda que me hace el gobierno. Tengo la expectativa de que los santafesinos se sientan mejor representados: estoy trabajando para eso, recorriendo la provincia, aprovechando que estos meses fueron de menor actividad legislativa para llevar un mensaje de cambio a Santa Fe.

—Su candidatura recibe el respaldo de todo el gobierno, incluso de la complicada Elisa Carrió. ¿Qué papel juega ella dentro de Cambiemos?

—El apoyo de Lilita me trajo sorpresa y orgullo. Siempre es valiosa una dirigente del calibre de Carrió, con todo lo que representa para los argentinos y la importancia que tiene dentro del proyecto que pudo consolidar un cambio político inesperado en Argentina. Ahora tengo que esmerarme por trabajar y recorrer la provincia para poder estar a la altura de las circunstancias. Por otro lado, creo que Lilita representa una ayuda constante, un baluarte de la reserva moral y una fuente de consulta no sólo para el presidente sino para todos los que integramos Cambiemos.  Carrió nos guía por el camino de la moral y nos advierte de los peligros de alejarnos de la república. Nos aporta republicanismo y eso nos hace muy bien tanto al gobierno como a la sociedad argentina.

—Hablando estratégicamente, ¿el escenario polarizado beneficia a Cambiemos?

—La gente que no está en el microclima político ve hoy en la Argentina la opción entre el pasado y el futuro. Creo que eso es lo que mayormente se expresará en las urnas: está la gente que quiere volver atrás y la gente que quiere seguir adelante con una opción de cambio que, a mi juicio, ha vuelto a poner al país en el marco del diálogo, del consenso y la verdad. Ordenamos una economía que se venía a pique con el modelo anterior. Así que creo que esto es lo que va a primar en las elecciones. Luego podrán aparecer terceras opciones, pero en la cabeza y el corazón de los argentinos está la continuidad o el cambio.

—¿Cristina Kirchner es la mayor rival política del gobierno?

—Es difícil hacer futurología y saber qué será de la vida política de Cristina. Evidentemente representa a un grupo importante de argentinos que ven en ella una líder, por ende nosotros creemos que sigue teniendo potencial y que encarna en su persona la vuelta al pasado. Ya dijimos que entre la elección del pasado o el futuro se enmarcará la discusión. Mientras tanto, independientemente de lo que hagan nuestros rivales políticos, nosotros aspiramos a seguir trabajando, gestionando y construyendo todos los días un futuro mejor.

—¿Piensa que el gobierno debería abrirse al peronismo?

—Cambiemos es un espacio político que no está blindado ni cerrado, ya que originalmente expresa una construcción de pluralidad. Hay muchos dirigentes peronistas valiosos que comparten nuestros valores: trabajar con la gente, hablar con la verdad, no construir una lógica de amigo-enemigo, sino de adversario con diferencias… Los que tengan esta concepción de la política y se sientan emparentados con el futuro que queremos llevar adelante, se deben y se pueden sumar.

—¿Urtubey, Randazzo y Massa son un ejemplo de esto?

—No me gusta dar nombres propios porque, en primer lugar, es comprometer a los actores. Y en segundo, seguro me olvidaré de alguno que debería estar en la lista. Reitero que hay muchos dirigentes que podrían sumarse, pero nuestro principal objetivo es fortalecer Cambiemos, nuestra alianza con el PRO, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica.

—¿Qué opina del escándalo del Correo Argentino?

—Es un caso que viene de hace muchísimos años, donde la deuda se fue licuando por intención de los gobierno anteriores. Había que encontrar una solución y el gobierno planteó una opción que debe ser refrendada por la Cámara federal, que homologará o no este acuerdo. Más allá de las nuevas causas que se han iniciado, muchas de ellas por razones políticas, están todos los procesos institucionales en marcha para realizar un convenio beneficioso para el gobierno nacional. Asimismo, la Justicia tendrá que determinar por qué no se llegó a un acuerdo durante los últimos diez años.

—Más allá de las cuestiones técnicas, financieras y legales, ¿entiende que el acuerdo fue abordado de manera burda y que el presidente pagará un alto costo político?

—La gente entiende que en un Estado tan grande y con tantas complejidades como el argentino, no existen decisiones automáticas que pasan por el presidente en todos los casos. Lo del Correo fue un proceso de muchísimos años y en ningún caso implica la intromisión por parte de Macri, que nunca tuvo la más mínima intervención en este asunto. Lo que sí creo es que habrá un intento por parte de la oposición de atacar políticamente a Macri, pero la Justicia podrá determinar si el acuerdo es bueno o malo para el Estado y en ese caso, si seguir adelante con el mismo o volver a revisarlo. En ningún caso se podrá cuestionar que se hicieron todos los procedimientos administrativos a seguirse y que jamás participó el presidente en este caso.

—Hablando de economía, ¿cuáles son las causas y consecuencias de un nuevo aumento en las tarifas?

—Nosotros heredamos una situación descontrolada en materia de subsidios, donde se emitían pesos y se generaba alta inflación que pagaban los pobres. Había que detener este desastre tarifario que en muchos casos terminaban beneficiando los bolsillos de los ricos. Por otro lado, nos estábamos quedando sin energía, sin electricidad ni gas. Ahora todos los argentinos estamos haciendo un esfuerzo para que los subsidios vayan direccionados a los sectores más vulnerables. Este esfuerzo lo hacemos en aras de reducir el déficit fiscal, direccionar bien los subsidios, de que vuelvan las inversiones, de que tengamos recursos para que nuestras industrias puedan producir, para que se puedan crear nuevos empleos… No es un camino fácil, la decisión no nos pone contentos, pero es lo que tenemos que hacer en beneficio de todos los argentinos. Y estamos dispuestos a hacerlo a pesar de las críticas, porque sabemos que es lo mejor a largo plazo.

—¿Qué responde cuando dicen que al gobierno le falta sensibilidad social?

—Respondo con varios argumentos que forman parte de la realidad. Primero, tuvimos que desactivar las bombas económicas que había dejado el kirchnerismo, y lo hicimos de tal manera que evitamos llevar la pobreza al 50%, como todos los grandes cambios de régimen económico y político que tuvieron lugar en las últimas décadas en Argentina. Estamos administrando una situación demasiado delicada y lo hacemos de la mejor manera posible. Ampliamos la Asignación Universal por Hijo, incorporamos más de un millón de chicos al trabajo privado formal, les devolvimos el IVA de la canasta básica a los jubilados, hicimos la reparación histórica y llevamos muchas medidas que apuntan a darle contención social a un año durísimo como el 2016, por la cantidad de problema que hubo que afrontar. Lo que no se dice a la gente es qué hubiera pasado si continuábamos con el modelo anterior: una gran explosión con más de la mitad de los argentinos por debajo de la línea de pobreza. Creo que estamos en la dirección correcta. Los argentinos ya no creen en magia ni en atajos, saben que el país se construye día a día y en eso estamos trabajando.

—¿Las salidas de Melconian y Prat Gay pueden interpretarse como la voluntad política de eliminar voces disidentes dentro del gabinete y afianzar el rumbo económico?

—No lo veo así, sino que como explicó el propio presidente, fue más la decisión de ensamblar un equipo que no estaba funcionando del todo bien por algunas diferentes en el modo de gestión. Ni siquiera se trata de disidencias ideológicas, porque Prat Gay y Melconian piensan distinto en cuanto a la economía. Básicamente había diferencias respecto al funcionamiento, pero no hay cambio de rumbo económico. Por lo contrario, queremos seguir en este camino, consolidando la baja de la inflación para poner a la Argentina en crecimiento, tal como ocurrirá este año.

—El Banco Central estima una inflación anual del 17%, ¿lo ve posible?

—Es un objetivo que nos hemos planteado: tenemos todas las políticas encaminadas en esa dirección. El BCRA está haciendo un enorme esfuerzo, sabemos que es una meta ambiciosa pero posible. En los próximos años debemos parecernos al resto de nuestros vecinos de Latinoamérica que tienen inflación de un dígito, no tenemos por qué ser menos que otros países. Lo vamos a lograr.