Por David Narciso

La próxima semana los docentes de Amsafe y ATE se movilizarán en la capital provincial en el marco del paro de 48 horas ratificado tras clausurarse por decreto la negociación salarial.

La advertencia de que descontarán los días de paro es posible que no surta demasiado efecto. Por dos razones: una es que el descuento podría ser ilegal; la otra es que el mismo gobernador adelantó que esos descuentos serán materia de negociación. La advertencia latente es: “Si fuerzan demasiado la máquina, en cambio de más aumento van a terminar discutiendo la devolución de los días de huelga”.

El escenario es incómodo para todas las partes:

-El gobierno jamás imaginó que cerraría la paritaria por decreto, medida antipática para con los trabajadores, que además rompe una lógica histórica en la que -paro más, paro menos- al final se fumaba la pipa de la paz.

-La Casa Gris reprocha a los dirigentes sindicales exacerbar la verba. Por poco describen al gobierno de Lifschitz como si fuera el PRO. Es cierto, no es lo mismo ni es justo, pero era esperable que las chicanas de un lado y otro estén a la orden del día. Ocurre cada vez que se esfuma el ámbito de negociación.

-“Macri les levantó las paritarias y ni una denuncia le hicieron”, le reprocharon a un dirigente sindical. Otro: “Vidal les quiere cerrar escuelas, le quita recursos al sistema educativo, les da menos aumento, les impone presentismo, los jubila por decreto. En Santa Fe titularizan, tienen sueldos totalmente en blanco, se invierte en el sistema, la paritaria funciona y el porcentaje de aumento es de los más altos del país. Y sin embargo el resultado es el mismo: paro allá y paro acá”.

-Desde la vereda de enfrente, las cosas se ven desde otra óptica. Los gremios entienden que si no defienden su poder adquisitivo, la presión del gobierno nacional sobre los provinciales se lleva puestos sus salarios, como ya lo hizo con los haberes de los jubilados e insta a hacerlo en la actividad privada.

-Esto deja a Lifschitz como el fiambre del sándwich. El gobierno nacional le impone bandas de negociación estrechas vía Pacto Fiscal (tan estrechas que para que parezca otra cosa disfraza la cláusula gatillo correspondiente a la inflación del año pasado como aumento de 2018). Del otro lado los trabajadores públicos cavan trincheras para resistir ser el pato de la boda del ajuste que Macri quiere exportar a las provincias, no por recorte directo como hizo De la Rúa sino por ajuste a la baja de inflación.

-Estamos ante un conflicto en el que todos tienen parte de razón. Los que ven el vaso medio lleno argumentan que Santa Fe pago de los sueldos más altos del país en un contexto general en el que abundan paritarias, públicas y privadas, que cierran a la baja. Los que ven el vaso medio vacío pugnan por conservar su participación en el total de recursos de Santa Fe, que no sea el promedio de los Estados provinciales el que le marque la pauta salarial.

-No debe haber un solo asalariado argentino que crea seriamente que 18% o 16,9% a pagar en dos cuotas les preservará el poder adquisitivo. La cuestión es que no todos están en condiciones de dar esa discusión. Los motivos son variados. Docentes y estatales santafesinos se cuentan entre los que además de desconfiar quieren dar la pelea, por más que para eso confronten con un gobierno con el que les ha ido muy bien en la última década.

-UPCN quedó en una situación incómoda. Es un gremio protagonista y ahora quedó de espectador. Si los docentes y ATE lograran sacar algo más, su dirigencia habrá quedado en off side con sus bases después de haber hecho malabares para que los congresales aprobaran el aumento negociado con el gobierno. De hecho a la hora de votar en la asamblea en Unión debieron clavar el freno de mano para evitar el rechazo.

-Hubo cierto ruido en la polea de transmisión que une dirigentes estatales con sus bases. Ya se contó lo que transpiraron los líderes de UPCN para sacar una aceptación de la oferta por un puñado de votos. Es comprensible el enojo de los abajo y una incógnita las heridas que dejó. En el caso de Amsafe, sus negociadores paritarios se fueron de la Casa Gris con una percepción que no se condice con el contundente rechazo que tuvo en la asamblea provincial. Ambos gremios tienen diferentes dinámicas de representación y decisión, pero a ambas conducciones algo pareciera habérseles ido de las manos.

-El gobierno le reprocha a la conducción docente no militar lo que consiguieron en la mesa de negociación. Y parece que el gobernador se definió por el decreto al enterarse que en algunos departamentos entre las mociones a votar no había ninguna a favor del sí.

-Amsafe ahora está en un punto de conflicto que no quería. La aceptación de UPCN casi forzó al gobernador a cerrar la negociación salarial. Si no lo hubiera hecho, lo que luego arreglase con Amsafe y ATE, desarreglaría con UPCN. Lifschitz sonó firme cuando dijo que no habrá otra oferta. El decreto pareciera rubricar esa decisión; dar marcha atrás dañaría su palabra y autoridad. Es un momento en el que todos los involucrados tienen que empezar a imaginar una salida decorosa del conflicto para sí mismos y los demás. Lo contrario sería desgastante e inconducente.