DOMINGO, 03 DE NOV

Sastre: por el desplome de ventas, una fábrica de generadores eléctricos despidió a 16 trabajadores

Se trata de la empresa DBT, más conocida como Cramaco. Entre el viernes y el lunes hubo quince despidos y un retiro voluntario, y hay temor entre los trabajadores por una posible apertura de importaciones, que complique aún más la producción local.

 

La fábrica de generadores eléctricos y grupos electrógenos DBT, más conocida como Cramaco, despidió en la última semana a dieciséis trabajadores de su planta ubicada en la localidad santafesina de Sastre. Las desvinculaciones se dan por un desplome en las ventas, que, según explicaron los empleados, tiene a la producción prácticamente paralizada.

En diálogo con Conclusión, el trabajador de la empresa Jorge “Tuna” Herrador, quien también fue delegado de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) durante dieciocho años, detalló: “Hace unos cuantos meses venimos viendo cómo baja la producción, se vende cada vez menos. Tenemos un stock de 120 grupos electrógenos hechos, y se compran entre 10 y 12 por mes, entonces la elaboración está parada, porque estamos abastecidos. También hacemos alternadores, eso se mueve un poco más, pero hoy en día está un poco parado”.

Con las ventas en baja y la producción paralizada, los empleados realizaron trabajos de mantenimiento en la planta –como pintura de paredes– y, hace un par de meses, tuvieron reuniones con la gerencia, quienes explicaron el complejo momento que atraviesa el sector e incluso hablaron de una reducción de horas, una propuesta que, finalmente, no se concretó, de forma que los operarios siguen concurriendo a sus puestos durante 44 horas semanales. 

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Pero las malas noticias llegaron el pasado viernes 27 de septiembre. “Lo veíamos venir. Hubo catorce despidos, tanto de compañeros con 20 o 22 años de antigüedad, como así también pibes nuevos, que hacía un año o un año y medio que estaban en la empresa. El lunes nos encontramos con dos despidos más. Un muchacho arregló un despido voluntario y se fue”, detalló Herrador.

Según el trabajador, hasta la semana pasada Cramaco tenía cerca de 92 empleados en total, de los cuales unos 60 prestaban servicios en la parte de la producción. En este sentido, apuntó que a inicios del 2023 la empresa había tomado a veinticinco operarios nuevos y hacia fin de año planeaba sumar a otros cuatro, pero dieron marcha atrás con la idea.

“Hace 26 años que estoy en la empresa, a mí ya me pasó esto. Yo entré en el 96, en el 99 me echaron, volví a ingresar por contrato en el 2001, durante seis meses, entré de nuevo en el 2002 por contrato, pero se cayó, y en el 2003 regresé y quedé hasta el día de hoy. En la fábrica llegamos a ser 150 trabajadores, un plantel que, por distintos motivos, como la llegada de nueva tecnología, se fue reduciendo”, comentó Herrador, que tiene 48 años, es nacido y criado en Sastre y se desempeña en el área de balancines de la fábrica.

La empresa, por su parte, emitió un comunicado para los trabajadores en donde explicó: “La situación económica local, como el nuevo escenario industrial internacional, generaron desafíos importantes para muchas organizaciones, y nosotros no somos la excepción. Con el objetivo de asegurar la viabilidad y seguir cumpliendo con nuestros compromisos, hemos decidido llevar a cabo una reestructuración interna. Como parte de este proceso, algunas personas se verán afectadas por desvinculaciones. Es importante aclarar que estas decisiones están relacionadas únicamente con la reestructuración y no con el desempeño de los involucrados. Todas nuestras acciones están orientadas a preservar el mayor número de puestos de trabajo”.

El peligro de las importaciones

“La competencia desleal que tenemos es la apertura de importaciones. Si la empresa empieza a traer de China los alternadores, que son nuestra gran producción, creo que va a haber más despidos. A los alternadores los hacemos íntegramente acá, desde la primera chapita hasta la última, se los bobina y, para hacer los grupos, se los ensambla a un motor que viene de Japón”, señaló Herrador.

Por otro lado, aseguró que con el abono de sueldos “no hay ningún tipo de problema, se pagan al día e incluso antes de que termine la quincena”, pero reiteró: “Hoy el tema es la baja producción. No se ve que compren materiales ni materias primas para seguir produciendo, eso a mí me asusta un poco, con la experiencia que tengo, de que empiecen a venir las cosas de China”.

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Y destacó: “Con la apertura de importaciones, el empresario cierra la fábrica, pide contenedores con diferentes productos, uno lo distribuye, otro lo compra, y la producción y la mano de obra argentina se termina. Hay quienes puden decir que las cosas van a salir más baratas, pero la gente va estar sin trabajo y no las va a poder comprar”.

En este sentido, el metalúrgico advirtió que, en otros tiempos, una parte de la producción se exportaba: “El alternador marca Stamford, inglés, y, supuestamente, número uno del mundo, tiene producción en China, y por los precios a los otros países les conviene más comprárselo a ellos antes que a nosotros”.

Impacto en la ciudad

El ex delegado de la UOM expresó su preocupación por el impacto que los despidos tendrán en la ciudad: “De los trabajadores desvinculados, solamente uno es de María Juana y otro de San Jorge, los otros viven Sastre. Acá somos menos de 6.000 habitantes, esta es la empresa más grande que hay y la medida impacta fuerte, hay 14 o 15 familias que ya no tienen un sueldo”.

Y añadió: “Hoy hay catorce o quince personas buscando trabajo en un pueblo donde no hay tanto para hacer, entonces tienen que salir afuera, ir a San Jorge, que es la ciudad más grande que tenemos cerca, y eso ya implica traslado o irte a alquilar allá. Si te echan, te dan la indemnización, tenés que pensar qué hacer. Podés comprar una hidrolavadora y lavar autos, pero en el pueblo ya hay diez que hacen eso; o te comprás una motoguadaña y cortás pasto, pero hay quince vecinos más que ofrecen ese servicio”.

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“Nos comunicaron que la empresa va a cambiar un poco el rubro. Antes tercerizaba la venta de los generadores y los grupos, pero ahora está preparando a gente para vender directamente de fábrica. Entonces se está fomentando mucho la parte comercial, logística y de postventa, el tema que me preocupa a mí, que estoy en producción, es qué va a pasar, porque hay muchos empleados trabajando en soldadura, bobinados, balancines, ensayo, cabina de pintura”, alertó Herrador.

La historia de una fábrica

La empresa Cramaco comenzó a funcionar en 1947 y, con el correr de los años, se consolidó como un motor productivo para Sastre. En 1999 la firma cambió de dueños y pasó a llamarse DBT S.A., en alusión a Druetta, Bearzotti y Talano, los apellidos de sus nuevos propietarios. Cuatro años más tarde, la compañía se asoció con la multinacional española Himoinsa.

“Fabricamos generadores de corriente alterna para grupos electrógenos tanto de uso comercial como industrial. Somos líderes en el mercado local con un market share de 85%. Exportamos más de 50.000 alternadores a diferentes países de América, Europa y Asia”, señalan desde la empresa en su página web.

Los ciclos de la empresa son un correlato de lo que ocurre en el país a nivel político y económico. “La historia mala de la fábrica empezó entre 1988 y 1989, con las privatizaciones y la apertura de las importaciones de Menem. Ahí echaron a 60 personas del verdadero Cramaco. Yo entré en el 96, ahí había empezado a repuntar un poco, pero en el 99 empezó a caer otra vez. A partir del 2003 la cosa mejoró, éramos 150 trabajadores. En 2015 despidieron a doce o trece personas; mientras que entre el 2019 y 2020, a pesar de que estuvimos cerrados un tiempo por la pandemia, sacamos pedidos a Brasil e incluso el año pasado se tomó a veinticinco pibes”, enumeró Herrador.

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