Los cambios en recorridos y esquemas de movilidad nunca son del todo bien recibidos en los centros urbanos de cierta magnitud, como puede ser el caso de Rosario.

Sumado esto a que llega en un momento de alta exasperación debido a las restricciones y cambios de vida a los que impulsó la pandemia, y también a la profunda y prolongada crisis económica, el cóctel resulta explosivo. No obstante, no deja de evidenciar fallas estructurales del sistema rosarino, así como asimetrías entre la zona del centro y la periferia que se acentúan con el paso de los años.

Luego de una amplia discusión al respecto y atado a posibles nuevas modificaciones, se implementó esta semana el nuevo sistema de recorridos de colectivos de transporte urbano, el cual sufrió varios reajustes, indefectiblemente, afectaron a los usuarios del servicio.

Cuando todavía se atraviesa el impacto de la primera ola de la pandemia del Covid-19 (y se espera una probable segunda), el uso frecuente de unidades de movilidad interurbana sufrió una baja sustancial de pasajeros, lo que trajo aparejado una caída en la recaudación, la cual que alcanza a cubrir el presupuesto de sostenimiento del sistema y llevó a la Municipalidad a cambiar la estructura en aras mantener el servicio y los puestos de trabajo.

En términos generales, la ciudadanía en su conjunto no tomó del todo bien esta nueva implementación, debido a que una gran cantidad de usuarios quedaron si su habitual medio de transporte, lo que hizo que, en algunos barrios, se manifestaran en contra de la decisión ejecutiva.

Conclusión recorrió en distintos momentos de la semana paradas ubicadas en puntos distantes de la ciudad, para conocer de primera mano la recepción de los rosarinos respecto a los cambios, en una adecuación que nunca es sencilla, pero cuyo impacto se observa con el paso de los días y no solamente con una foto inicial de la primer o segunda jornada de aplicación.

Al consultarle a una señora, que junto a su hijo esperaban la llegada del colectivo en las inmediaciones de la terminal, expresó que «hay que esperar mucho entre colectivo y colectivo» ya que permanecieron sentados a la expectativa «más de una hora».

En el caso de un hombre en la parada de bulevar Segui y avenida San Martín (zona sur), comentó que tenía que ir de su madre en Lamadrid y Ayacucho y «es una lucha para tomarlo porque demora un montón; no hay frecuencia».

«Después esta el otro que viene del sur, que por ahí pasa a una hora, por ahí pasa a otra. Y no hay uno que quede más cerca, hay que bajarse en Arijón. Se complica el tema del colectivo», agregó el usuario.

Un joven sentado junto a su amigo en la zona norte, expresó: «La verdad que no me afectó a mí, pero veo veo mucha gente que se le complica. El primer día, hubo más de 7.000 personas que llamaron a la línea del colectivo para comunicarse y estaba colapsada. Mucha gente se quejó por ese motivo. Yo creo que la complicaron».

El muchacho argumentó que «desde la Municipalidad se tiene que manejar un poco mejor, hay un montón de gente grande que tiene que ir a laburar y todavía no sabe muy bien por donde pasa cada colectivo y esto los complica».

Margen de maniobra

Por su parte, desde la Unión Tranviarios Automotor (UTA) seccional Rosario, se mostraron cautos a la hora de evaluar el impacto de los cambios y prefieren esperar para establecer un análisis respecto a la adecuación de los usuarios.

«Para evaluarlo es poco un par de días de aplicación. Por supuesto que hay un montón de pasajeros que se van a ver afectados, porque se modificó su trayecto original», dijo a Conclusión el titular del gremio, Sergio Coppello.

Y reveló: «Desde el punto de vista nuestro, el objetivo principal es mantener los puestos de trabajo y la integridad de su salario. La otra cuestión es que desde el Estado municipal y provincial ponían más plata o tenían que ver como podían seguir manteniendo el sistema funcionando, cumpliendo con las obligaciones laborales, salariales, en un tiempo acotado».

«Esto es así: o la plata la ponía la Municipalidad o Provincia, o hacer algún tipo de recorte para que el sistema mínimamente siguiera funcionando«, concluyó el dirigente gremial.