Por Facundo Díaz D’Alessandro

La economía argentina atraviesa por el cuarto trimestre de una recesión que deteriora todos los indicadores y por el momento no da señales de repunte en el corto o mediano plazo.

Puntualmente, las cifras laborales y de condiciones de vida de las familias empeoraron notoriamente en el último año. Como consecuencia de la caída en el empleo, la desocupación llegó en el 4° trimestre de 2018 al 9,1% (12,8% en Rosario), el nivel más alto desde 2005.

Según un estudio del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra-CTA), en el último año la cantidad de trabajadores registrados se contrajo en 252.500 y fueron los asalariados del sector privado los que más cayeron (-159.400).

Fuente: Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra-CTA).

El sector industrial fue el más golpeado en términos de empleo, con resultados negativos continuos desde 2015 y una pérdida de casi 70 mil trabajadores sólo durante 2018.

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Otro rasgo distintivo del período analizado, es que la calidad del empleo empeoró: el peso de los trabajadores independientes y de los asalariados no registrados aumentó en forma continua durante toda la presidencia de Macri, y como contracara se redujo la proporción de asalariados registrados.

La proyección nacional indica que el número de desocupados se elevó a 1,9 millones, creciendo en más de 400.000 en el último año.

También la tasa de subocupación siguió una trayectoria similar, con un incremento significativo desde 2016. Se trata de la proporción de ocupados que trabajan menos de 35 horas semanales por razones involuntarias.

Fuente: Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra-CTA).

En tanto, el comportamiento de varones y mujeres en el mercado de trabajo fue diferente: mientras que entre los varones el empleo se contrajo 2,3 puntos desde 2015, entre las mujeres aumentó especialmente la actividad, probablemente por la necesidad de contribuir al sostenimiento de los ingresos familiares en el marco de la acelerada pérdida de poder adquisitivo.

La calidad del empleo empeoró a lo largo del período: el peso de los trabajadores independientes y de los asalariados no registrados aumentó en forma continua durante toda la presidencia de Macri, y como contracara se redujo la proporción de asalariados registrados.

La otra peor cara de la crisis

El reverso de esta realidad para el mercado de trabajo es el brutal derrumbe del poder adquisitivo de los trabajadores.

Si se considera todo el período del gobierno de Cambiemos, según el informe de Cifra, la caída de los salarios reales trepa al 12,1%. Esto es resultado de la acumulación de pérdidas desde comienzos de 2018 que se agregan a la caída de 2016, que no logró ser contrarrestada con los amentos que tuvieron lugar durante 2017.

Fuente: Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra-CTA).

La pérdida de poder adquisitivo de los salarios, a su vez, retroalimenta la crisis al impactar negativamente sobre el consumo.

La caída del salario real resultó aún más pronunciada en el sector público. En febrero de 2019 registró una caída interanual del 9,6% que, sumada al mal desempeño previo, implica que en ese mes el nivel salarial resulte 19,1% inferior al de noviembre de 2015, mes previo al inicio del gobierno de Cambiemos.

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Este nivel salarial refleja el promedio de los salarios públicos en los niveles nacional, provincial y municipal e incluye tanto a la administración pública, como a los trabajadores de la enseñanza, la salud, y a la seguridad y defensa.

Fuente: Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra-CTA).

El corolario, acorde a los datos recabados por el estudio de Cifra-CTA, en las dos últimas reuniones del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) el gobierno nacional dispuso unilateralmente la actualización del SMVM ante la falta de acuerdo de las partes.

Los aumentos dispuestos estuvieron sesgados hacia las propuestas del sector empresario, e implicaron importantes pérdidas reales en el salario mínimo, que implican un deterioro de este instrumento como piso salarial.

A tal punto resultaron reducidos los incrementos, que en febrero de 2019 implicaron una caída interanual de 21,4% y un nivel casi 30% inferior al de noviembre de 2015.