En el debate presidencial que tuvo lugar durante la noche de este domingo, de cara al balotaje del 19 de noviembre, el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, habló en reiteradas ocasiones del sistema de convertibilidad que el gobierno de Carlos Menem implementó en el país durante la década del 90, por el cual un peso equivalía a un dólar, y aseguró que, de regir esta política en la actualidad, el ingreso promedio de los ciudadanos sería de “1.800 dólares”.

Al ser presionado por su adversario, el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, para que diga qué pensaba hacer con la economía, Milei reconoció que va a eliminar el Banco Central y que va a dolarizar la economía.

“Si estuviéramos como en la convertibilidad, tendríamos un ingreso promedio de 1.800 dólares o de 1.800.00 pesos al tipo de cambio paralelo, y no esta miseria que tenemos hoy”, expresó Milei mientras se discutía el eje de “Economía”, aunque no dio precisiones del origen de esa cifra.

El sistema de convertibilidad popularmente conocido como “uno a uno”, donde un peso equivalía un dólar estadounidense, se aplicó en el país durante 1991 y 2002.

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En estos once años, los ingresos de la ciudadanía se mantuvieron en los mismos valores, mientras que durante la última década del siglo XX la inflación fue prácticamente nula. Entre 1993 y 2002, el salario mínimo promedio fue de 200 pesos/dólares, y la jubilación mínima de 150.

Si bien en la década de los 90, con la vigencia de la Ley de Convertibilidad, la inflación alcanzó niveles cercanos a cero, con el estallido social de diciembre de 2001 volvieron los aumentos en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), mientras que los ingresos mínimos no daban señales de aumento.

La convertibilidad llegó a su fin a inicios de 2002, cuando el gobierno de Eduardo Duhalde promulgó la Ley 25.561.

¿De cuánto serán los ingresos si se dolariza la economía?

Es un error pensar que si se dolariza la economía actualmente el ingreso promedio de un trabajar argentino será cercano a los 1.800 dólares. En primer lugar, vale recordar que en la década de los 90’s la convertibilidad fue posible gracias a los dólares que entraron producto de la venta de empresas públicas como YPF, Aerolíneas Argentinas y compañías prestadoras de servicios; mientras que hoy en día el país sufre de escasez de divisas en las reservas del Banco Central.

Un informe publicado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) meses atrás, enumeró las dificultades que el país tendría para dejar de usar el peso, trayendo como principal consecuencia una significativa pérdida salarial para los trabajadores.

En principio, el organismo detalló que dolarizar implica “reemplazar los pesos existentes por dólares, es decir, que no circulen más pesos”. Aquí se presenta el primer problema: Argentina tiene escasez de dólares y, por lo tanto, dolarizar la economía implicaría una “mega devaluación y un mayor nivel de endeudamiento externo”.

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Tomados correctamente los activos del BCRA, arrojan un total de 6.400 millones de dólares, mientras que los pasivos en pesos ascienden a 23,48 billones, por lo que el tipo de cambio de conversión sería de alrededor de $3.670.

La conversión de pesos por dólares supone un gran ajuste en los salarios e ingresos de la población. “La pérdida de poder adquisitivo en dólares se ubicaría entre 86% y el 93%. La perspectiva es de lisa y llana licuación salarial”, advirtió el CEPA.

En relación a los precios –y teniendo en cuenta lo que ocurrió tras las devaluaciones recientes– el informe indicó que con un dólar a $3.000, el kilo de pan podría costar hasta $5.800, y el kilo de asado de hasta $14.700. Todo ello sin una compensación de ingresos mediante, sino todo lo contrario.

En esta línea, la presidenta del Banco Nación, Silvina Batakis, aseguró que en un eventual escenario de dolarización el salario mínimo, vital y móvil sería de 24 dólares.

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“Para dolarizar, en principio, se necesitarían entre 35.000 y 50.000 millones de dólares y el salario mínimo, vital y móvil sería de 24 dólares”, indicó Batakis durante un reportaje dado a inicios de septiembre a Radio 10.

Un breve repaso por la historia de la convertibilidad

La Ley de Convertibilidad fue aprobada por el Congreso en 1991 por iniciativa del ministro de Economía Domingo Cavallo, con el presidente Carlos Menem. La normativa establecía que a partir del 1 de abril de 1991 iba a haber una relación cambiaria fija entre la moneda nacional y la estadounidense, a razón de 1 dólar estadounidense por cada 10.000 australes o posteriormente un peso convertible.

Con algunas crisis marcadas por conflictos financieros mundiales, en 1999 el radical Fernando De la Rúa ganó las elecciones y, tal como lo prometió en campaña, mantuvo la paridad cambiaria. Sin embargo, las cuentas nacionales estaban al rojo vivo y, tras la circulación de varios ministros por el Palacio de Hacienda, en marzo de 2001 asumió nuevamente Domingo Cavallo, quien a los pocos meses de su nombramiento recortó salarios y jubilaciones.

Ante la fuga de dólares, que agotaba la liquidez del sistema financiero, el 1 de diciembre de 2001 se decidió establecer controles de cambios y restricciones al retiro de dinero en efectivo de los bancos, una medida conocida como como “Corralito”. De un momento a otro, familias de clase media se vieron sin acceso a sus ahorros y con dificultades para pagar sus gastos cotidianos. Esta situación provocó protestas sociales en todo el país, que culminaron con la renuncia de De la Rúa y su equipo el 19 de diciembre.

Cabe destacar que cuando Cavallo asumió al Ministerio de Economía en la década de los 90’s, los valores de desocupación y subocupación eran de 8,1 y 8,6 % respectivamente. Tras cuatro años de su gestión, el desempleo y el subempleo habían alcanzado picos de 18,4 y 11,3 % en mayo de 1995.

Contribuyeron al aumento del desempleo y el subempleo, los despidos masivos en las empresas públicas privatizadas, la terciarización de actividades y las sucesivas medidas de flexibilización laboral.

En 1990, Argentina tenía una tasa de pobreza del 19%, pero la producción nacional vio destruida su competitividad ya que resultaba más barato importar máquinas que fabricarlas en el país. Con la convertibilidad, que continuó con el gobierno de Fernando De la Rúa, el desempleo pasó del 6,9% al 25,4% en una década.

En mayo de 1991, a un mes de iniciado el plan, la pobreza en Buenos Aires y zonas aledañas (el conurbano bonaerense) era de 28,9%, mientras que al terminar el régimen de convertibilidad la cifra era del 35,4%.