Por Esteban Guida*

En el marco de una campaña electoral plagada de habladurías y noticias falsas, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, sostuvo que los últimos años han sido difíciles en materia económica pero que los sectores más vulnerables han sido los más protegidos.

Sus dichos van en línea con quienes buscan por cualquier medio cambiar la realidad con declaraciones que, sin temor a incurrir en la mentira y la falsedad, buscan negar la necesidad y los problemas que viven millones de argentinos.

Está claro que la gobernadora apoya su afirmación en el despliegue asistencialista, cuyo incremento en el gasto ya tiene el visto bueno del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero ello no habilita a soslayar el incremento en la cantidad de pobres e indigentes registrada en los últimos años, ni el castigo que este grupo poblacional en particular ha tenido que soportar producto de la elevada inflación.

Particularmente, María Eugenia Vidal sostuvo que los niveles de pobreza de su gestión son similares a la gestión anterior. Sin embargo, esta no es la realidad ni en la provincia de Buenos Aires, ni a nivel nacional, tal como lo reflejan numerosos estudios e investigaciones del país. Adicionalmente, vale señalar que las tendencias de los indicadores de pobreza a nivel nacional Nación y en Buenos Aires se asemejan, con la particularidad de que en la provincia son guarismos mayores.

Siguiendo la metodología del Indec, en el segundo semestre de 2015 la pobreza en el país fue del 26,9% (en Buenos Aires fue del 29,5%). En los primeros meses de gestión de Cambiemos, los niveles treparon alrededor de 4 puntos porcentuales (aunque a finales del 2016 y en 2017 se redujeron significativamente producto de la recuperación del poder adquisitivo de los asalariados y el crecimiento económico del 2017). No obstante, con la profundización de la recesión económica a partir del 2018, los niveles de pobreza crecieron al 35% (y 38% para Buenos Aires) en la primera mitad de este año. Actualmente, la pobreza es 8 puntos mayor a la registrada a finales de 2015. En términos absolutos, estos puntos de crecimiento reflejaron alrededor de 4 millones de pobres nuevos.

Por tanto, los dichos de la gobernadora al igual que otros funcionarios de Cambiemos son alevosamente incongruentes con la realidad, siendo que no se está hablando de números, sino de personas que sufren este flagelo. En el 2018 la caída de la actividad económica, el impacto en los sectores que más empleo demandan, la gran cantidad de despidos (sobre todo, en el sector industrial) y la pérdida de poder adquisitivo por la elevada inflación, afectaron con mayor agudeza a los grupos poblacionales más vulnerables de la Argentina.

Aquellas personas que ya se encontraban bajo la línea de pobreza empeoran su situación, a lo que se suma que ahora son más las personas se encuentran en el grupo cuyos ingresos son insuficientes para adquirir la canasta básica total.

Las escasas condiciones de vida para quienes carecen de trabajo o están fuera del sistema formal, sumado al deterioro en el mercado laboral y la demanda de trabajo, son hechos contundentes que nadie puede soslayar a la hora de juzgar la situación de los pobres en Argentina.

Por eso, bajo ningún punto de vista se puede afirmar que los más pobres fueron los más cuidados cuando el Estado elude asumir la responsabilidad de garantizar ciertos derechos constitucionales básicas, mientras recorta partidas presupuestarias fundamentales para enfrentar estructuralmente un contexto económico y social delicado.

Finalmente, si para los funcionarios de Cambiemos estos niveles de pobreza son el resultado de “proteger a los más pobres”, qué perspectivas de mejora puede haber si se profundiza (o acelera) el rumbo económico que profundizó este flagelo, tal como afirmó Mauricio Macri que haría en caso de que sea reelecto en las próximas elecciones presidenciales.

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