El papa Francisco enviará a fines de abril a Venezuela a su «número dos», el secretario de Estado vaticano Pietro Parolin, en lo que fuentes cercanas al pontífice describieron a la agencia de noticias Télam como un nuevo gesto de la Santa Sede para buscar destrabar la que denominan como «crisis política» en el país sudamericano.

Francisco decidió que sea Parolin quien presida en Caracas la ceremonia de beatificación de José Gregorio Hernández, conocido en Venezuela como el «Médico de los pobres» por su labor humanitaria entre fines del siglo XIX e inicios del XX.

Las ceremonias de beatificación suelen ser presididas por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, actualmente el cardenal Marcello Semeraro, pero el Papa quiso mostrar su cercanía a la crisis venezolana con la designación de Parolin, agregaron las fuentes consultadas por Télam.

La designación del purpurado italiano, ex Nuncio (embajador) en Venezuela entre 2009 y 2013, fue una decisión personal del Papa para mostrar su voluntad para continuar con el reclamo de diálogo en el país, en un escenario en el que «es probable» que Parolin se reúna con el presidente Nicolás Maduro durante el viaje, plantearon a esta agencia en el Vaticano.

El año pasado, Parolin había manifestado su deseo de una «solución interna, pacífica y democrática que vea la disponibilidad de todos» de «hablar con los demás» y de ayudar concretamente a la población venezolana, para salir de una realidad de «dificultad» que perdura «desde hace demasiado tiempo».

En febrero de 2019, ante un pedido de Maduro, Francisco planteó en conferencia de prensa que la Santa Sede está disponible para encabezar una mediación pero que «las condiciones iniciales son que las dos partes la pidan».

En 2016, Parolin envió una carta al presidente Maduro, en la que expresaba las cuatro condiciones necesarias para que, según la Santa Sede, existiera un «verdadero diálogo» en Venezuela.

Los puntos de la carta de Parolin, que según las fuentes el Vaticano considera aún «vigente», eran el abastecimiento de comida y medicinas, concordar un calendario electoral, restituir cuanto antes a la Asamblea Nacional el rol previsto en la Constitución, y que se apliquen los instrumentos legales para acelerar el proceso de liberación de los detenidos por asuntos políticos.

El propio Papa consideró entonces que el Vaticano buscaba que la misiva «ayude a un proceso de facilitación, de fortalecimiento del diálogo».

Si bien el Vaticano actuó como «facilitador del diálogo» en 2016, junto a un grupo de expresidentes iberoamericanos, la gestión «no resultó» por las divergencias en las filas de la oposición, reconoció el Papa a la prensa en abril de 2017.