Por Fabrizio Turturici

En materia económica, el gobierno de Mauricio Macri irrumpió con la estrategia de resolver una serie de problemas señalados como herencia. Los ítems más resaltados durante la campaña fueron el retraso cambiario, el estancamiento económico y una inflación vertiginosa.

Sin embargo, Claudio Lozano, ex diputado nacional de Unidad Popular y economista de óptica refinada, señaló en entrevista exclusiva de Conclusión que “predomina la pesada gerencia sobre la pesada herencia”.

“Las políticas que se han puesto en marcha han generado un cuadro recesivo de caída de la actividad económica. Con Macri, hay 1.300.000 de nuevos pobres, aumentó el endeudamiento externo en cerca de 40 mil millones de dólares y en este contexto, los problemas que se iban a resolver, no se resuelven”, vociferó Lozano.

Por otro lado, el economista considera que el impacto en términos de precios a partir de la devaluación “fue significativo y la inflación no estuvo acompañada de un plan inflacionario. Lo que uno puede observar es que lo que se ha agravado es el sufrimiento social de la Argentina”.

En cuanto a la resolución de los problemas, Lozano expresó: “Si es cierto que el año que viene existirá recuperación de la actividad, la misma se daría sobre la base de la caída actual. Por lo cual, seguiríamos estancados, no sería un crecimiento genuino”.

“Asimismo, la inflación que hoy vuelve a ubicarse en el 2% mensual, ronda los mismos niveles que había durante el kirchnerismo. Es decir que todos los problemas siguen con nosotros, pero lo que se profundizó es el sufrimiento social: más pobres, más desempleo y mayor endeudamiento”, continuó el ex diputado de Unidad Popular.

Por otro lado y en referencia a los cambios de paradigmas que vive Argentina, Lozano explicó que “la intervención estatal del gobierno anterior fue defectuosa, pero no por eso estaba equivocado el camino. El macrismo, en lugar de producir un proceso positivo en ese aspecto, nos quiere convencer que el Estado es la representación de la corrupción, mientras el mercado es sinónimo de transparencia”.

—Frente a este panorama, entonces, ¿cuánto hay de pesada herencia y cuánto de pesada gerencia?

—Claramente, predomina la pesada gerencia. Aunque el planteo del gobierno anterior se había agotado y era imprescindible encarar un proceso de cambio con respecto a la gestión que se venía llevando adelante, este gobierno no vino a tratar de mejorar lo que se estaba haciendo mal en el kirchnerismo, sino a replantear y poner en marcha un rumbo distinto sobre la base de un criterio fundamental: ampliar la ganancia de los principales capitales para que como resultado se pongan en marcha inversiones que redunden en crecimiento. Es un enfoque de política económica que cree que el problema de Argentina ha sido que las principales empresas no ganaban plata, cuando en la práctica, el enfoque más adecuado sería entender que las empresas argentinas han ganado plata a lo pavote y el problema fue la insuficiencia en el proceso de inversión por la fuga de capitales. El enfoque macrista amplía ganancia y reduce costos laborales.

—A propósito del sufrimiento social, ¿qué tan polarizado está el escenario entre los que se ven beneficiados con estas políticas y los que la están pasando realmente mal?

—Hay un malestar social importante que no termina de expresarse de manera sustantiva, básicamente porque hay un sistema político e institucional fuertemente asociado al régimen conservador del macrismo, que ha venido viabilizando la gestión gubernamental. Los acuerdos parlamentarios por personajes que son afines a la estructura conservadora también fueron fundamentales. La CGT, en lugar de canalizar los reclamos populares, evita poner su legalidad en favor de los trabajadores para que el cuestionamiento nacional sea más potente. De todas maneras, los cuestionamientos existen y se manifiestan en cada movilización: éste no es el rumbo que los argentinos quieren, el gobierno está confundido en el sentido del rol que le toca. Macri no ganó por el ideario que profesa, sino que necesitó del aporte de los que rechazaban la gestión anterior.

—¿Podría definir al gobierno de Macri en cuanto a su rumbo económico? ¿Saben adónde llegar o su estrategia se basa en improvisar sobre la marcha?

—La política macrista responde a los intereses de quienes han ocupado el aparato estatal: hoy, siete de cada diez funcionarios del gabinete económico son representantes directos o indirectos de las principales empresas y bancos extranjeros. Hay un enfoque claro que tiene que ver con lo que mencionaba: ampliar la ganancia de los principales capitales, abrir la economía a los financieros y ocupar el tema del costo laboral como principal problema de Argentina, con el deseo de flexibilizar a fondo el marcado. Es una estrategia injusta que interviene de manera regresiva sobre una Argentina que ya tiene una situación social compleja, donde el ingreso promedio de quienes trabajan está alrededor de los 10 mil pesos y el 60% gana menos que ese piso. En ese contexto, un proyecto de esta naturaleza produce efectos de conflictividad social creciente.

—Para terminar, ¿qué expectativas hay para el año que viene, en un marco donde el gobierno se muestra entusiasta?

—No hay expectativas de que se modifique el rumbo. En todo caso, el gobierno buscará moderar los términos del ajuste porque 2017 es un año electoral y su objetivo es ganar las elecciones legislativas, para volver a ajustar después. Es probable que el año próximo no sea tan duro como este año, pero igualmente Argentina seguirá estancada. Es importante que la sociedad argentina pueda –social y electoralmente- ponerle un límite a la estrategia del gobierno.

—Algunos rumores indican que la peor parte del tarifazo se vendrá en el próximo verano…

—En materia de gas, están previstos que haya aumentos semestrales, por lo cual es probable. En cuanto a electricidad, vienen con el retraso de los aumentos que quisieron aplicar este año y se les demoraron por un freno de la oposición. Así que, efectivamente habrá aumentos tarifarios más fuertes de los que hubo.