Por Marcelo Chibotta

La intervención armada de Rusia sobre la región de Donbass en Ucrania puso en la superficie uno de los ejes de disputa de poder, por el que el mundo transita desde hace unos años y que ahora muestra sin velos durante el inicio de la pos pandemia.

Entremezclada con los intereses nacionales, regionales, de supraorganizaciones y, principalmente, de los habitantes de la zona sumergida en el fuego de las armas, la realidad insiste en presentarse confusa gracias al sesgo que le imprime el relato de ocasión.

Por ello, Conclusión conversó con el analista en temas internacionales, Emilio Ordóñez, quien expuso aquellas cuestiones que explican su génesis, como las otras que pueden preverse como derivadas de la situación actual.

Inicialmente, Ordoñez explicó en qué consistieron los denominados Protocolos de Minsk y Minsk II: “Se firmaron en los años 2014 y 2015, el primero por representantes de Ucrania, de la Federación Rusa y de la República Popular de Donetsk y de República Popular de Lugansk, ahora reconocidas por Putin, y el segundo rubricado por Rusia, Ucrania, Alemania y Francia.

“En ellas se establecía una hoja de ruta para la solución del conflicto del Donbass, pasaba por cuestiones militares, en el sentido de que se estableciera una zona de contacto, neutral, que fuera respetada por las partes en conflicto. Lo importante era que se les otorgaba a las regiones de Lugansk y Donetsk un estatus diferente con respecto al de otras provincias ucranianas”, agregó.

Enseguida, Ordóñez amplió: “Esto promovía un cambio del sistema ucraniano hacia una especie de semi federalismo, pensando también que Ucrania es un país que está dividido por sus nacionalidades internas”.

Después de exponer que “no lo dividiría por mitades”, aclaró que “existe una región de habla ucraniana, fuertemente pro europea y una región pro rusa con vínculos culturales históricos”, que consideró «un poco el germen del conflicto”.

“Los acuerdos de Minsk eran justamente esto, el reconocimiento político de esta diferencia y su concreción en un modelo federal que diera cuenta de ello y con el reconocimiento de las repúblicas separatistas por parte de Putin, los acuerdos son papel mojado”, redondeó.

Tras ser consultado por Conclusión sobre cuál había sido la situación de la región antes de tales acuerdos, el analista detalló: “El conflicto precedente fue el cambio que se dio en 2014, luego del acuerdo del Euromaidán” (NdR: es el nombre dado a una serie de manifestaciones que comenzó a finales del año 2013 en Ucrania, cuando el ex presidente Viktor Yanukovich declaró la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea).

“Previo al 2014 gobernaba Yanukovich con el Partido de las Regiones que era fuertemente pro ruso, y retira el acuerdo del Euromaidán lo cual generó un descontento popular incitado por occidente, en particular por Estados Unidos, que generó una crisis política que llevó a la caída de Yanukovich y a su posterior exilio en Rusia”, explicó.

A continuación subrayó que “a partir de aquí, surge un gobierno pro occidental, nacionalista, fuertemente anti ruso y apoyado por sectores de extrema derecha que entronizan a Petro Poroshenko, cuya continuación es Volodimir Zelenski, el actual presidente ucraniano”.

“Por estos apoyos es que Rusia acusa a occidente de haber soportado políticamente en su momento a un gobierno que ellos clasifican como nazi, y es por esta razón que en el comunicado que anunciaron las medidas militares especiales, hablaba de la ‘desnazificación’ del Gobierno ucraniano”.

Luego, abundó sobre el vínculo histórico entre Ucrania y Rusia: “La historia de Ucrania es la historia de sus diferentes anexiones territoriales por los diferentes gobernantes de Rusia desde el imperio zarista para acá”.

“En realidad Ucrania tuvo un fuerte movimiento nacionalista en su historia que siempre intentó concretarla en una entidad territorial. Recién desde el año 1991, consiguió ese objetivo ya que previamente había habido otras experiencias que terminaron mal y en la subsunción de lo que era el territorio ucraniano en esos momentos a un poder mayor, ya sea el imperio zarista, la Unión Soviética y ahora Rusia”, especificó.

Así, reveló que “hay un objetivo muy claro de Putin de mantener a Ucrania dentro de los límites del llamado ‘extranjero cercano’, que se define por la presencia de los países que surgieron después de la implosión de la Unión Soviética y que tienen fuertes lazos políticos y económicos con Moscú y forman parte de la esfera de influencia natural de Rusia, tal como este país lo percibe”.

“Entonces, la orientación política externa de Ucrania es una orientación en pugna entre occidente y Rusia, y a nivel interno, entre aquellos que pugnan por ir hacia occidente y aquellos que pugnan hacia Rusia, lo que en parte constituye el germen del conflicto”, señaló.

— ¿Cómo avizorás el futuro? ¿Estimás que se va a llegar a la conflagración armada puesto que aún no hay respuesta de esa naturaleza?

— Que no se registren combates, no significa que no haya una guerra, de hecho Ucrania anunció que hubo bajas de “intrusos rusos” y se habló inclusive de la amenaza de Ucrania de responder con misiles balísticos hacia Rusia pero eso no implica que no haya guerra. Hay un conflicto armado presente y me parece que hay un poco el libreto de todo esto ha seguido mucho la experiencia no solo de Crimea de 2014 cuando Rusia la anexa, sino la de las guerras de Georgia en 2008 con una invasión que duró nueve días, con el reconocimiento de algunas zonas fuertemente pro rusas, como son Osetia del Sur y Abjasia que luego se convirtieron en repúblicas que reconoce Rusia y dos o tres países más, pero la sensación que tengo es que esto va a durar más de nueve días y que el objetivo es ganar en el terreno fuerza para llegar a la mesa de negociación. Y el objetivo militar es claramente consolidar las posiciones en el Donbass, no ya en las zonas ocupadas por Rusia, sino también en toda la provincia, lo cual necesariamente implica un recrudecimiento del conflicto armado. Veo algo más que 9 días de conflicto, veo un conflicto prolongado, no de años en tiempo armado, pero sí una situación de indefinición que va a durar en los años por venir. Una región convulsionada, inestable y con el objetivo de neutralizar políticamente a Ucrania. Cuando hablo de neutralizar no hablo de aniquilación, sino de evitar que Ucrania forme parte de la OTAN, lo cual implica, de alguna manera, una especie de tutela en ciertos aspectos de la política exterior ucraniana por parte de Rusia.

— ¿Tiene este conflicto correlato con lo que podría ser la pelea que en términos económicos libran Estados Unidos y China?

— No tiene correlato directo, pero sí creo que es uno de los ejes de conflicto. Hay que pensar en este mundo semi pos pandémico, en el que durante la pandemia se han acelerado tendencias internacionales como fue el traslado del eje del poder hacia el Pacífico, en particular el Indo-Pacífico. Esto lo comprobó Aukus, que es la alianza entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia que involucra la transferencia de tecnología nuclear de Estados Unidos hacia Australia, cosa que no ocurrió nunca salvo en las décadas del 50 y del 60 que se concretó entre Estados Unidos y el Reino Unido. El del Indo-Pacífico, entonces, es un eje de conflicto.

— ¿Y cuál es el otro?

— El otro eje del conflicto es el que estamos viviendo ahora, es el de esta región, el de este país partido que es Ucrania que ha tenido sus problemas de nacionalidades y las diferentes orientaciones de estas nacionalidades y el conflicto al cual hemos llegado que es la consecuencia de 30 años de acumulación de tensiones. Dicho esto, me parece que este conflicto no dirime tensión entre Estados Unidos y China, sino que dirime la que existe entre Estados Unidos y Rusia, que está reclamando un lugar en la mesa de los grandes, no ya un G2 sino un G3, lo que nos pone en las puertas de un orden tripolar.

— ¿Y qué es lo que le conviene a China?

— En esta tesitura, en lo que a China corresponde, podemos decir que no le conviene este conflicto. Ha tomado partido por Rusia, en cuanto a las cuestiones de seguridad ya que reconoce la validez de los planteos de Putin en torno a las preocupaciones de seguridad cuando habla de la extensión de la OTAN y de la posible membresía de Ucrania a la OTAN, cosa que no estaba ni cerca de ocurrir, pero China, lo que ha hecho es mantener estas preocupaciones aunque no se ha pronunciado específicamente ni sobre Crimea, ni sobre Donetsk y Lugansk, manteniendo un poco la distancia. Esto es una página más de un conflicto que puede remitir al concepto de guerra fría pero que en el fondo es también un problema de percepciones mutuas entre Estados Unidos y Rusia. Estados Unidos teme que Rusia pueda remedar una nueva Unión Soviética o el viejo imperio soviético, por eso se habla de las ambiciones imperiales de Putin en occidente, y Putin mantiene una tradición muy acendrada en Rusia desde los tiempos soviéticos de desconfianza a occidente y en particular, pensando en Estados Unidos como la potencia que está cercando a Rusia y que los escudos antimisiles, la extensión de la OTAN, inclusive de la Unión Europea hacia países que eran del Pacto de Varsovia en su momento, no son otra cosa que una amenaza a su seguridad nacional.

— ¿Qué agregarías a todo lo ya dicho?

— China está muy atenta a como occidente reacciona a este conflicto porque le puede medir el tiempo a Estados Unidos, porque China tiene intereses en traer a Taiwán hacia China, ya que la consideran una provincia rebelde, y va a ser por medios violentos porque ya hay vuelos rasantes de aviones de reconocimiento y demás. Por otro lado, hay una cuestión de confianza en la cual Estados Unidos está muy jugado. No hay que olvidar que se fue desordenadamente de Afganistán y eso indica que perdió confianza a nivel internacional en cuanto a que si va a sostener a sus aliados en el tiempo. Por esta razón también me parece que lo de Ucrania es un tema en el que si todos son responsables, Estados Unidos forzó la nota necesariamente para decir “estamos con ustedes”, es decir con Ucrania, con los países bálticos y con los que están más cerca de Rusia.