Aldo Battisacco – Conclusión Buenos Aires

El investigador, historiador y especialista en derecho internacional y deuda pública, Alejandro Olmos Gaona, dialogó con Conclusión y afirmó que desde 1976 hasta la fecha, la pérdida de soberanía de Argentina es progresiva y que este menoscabo de la autonomía y autarquía de Argentina, ha contado con la complicidad de la dirigencia política que no resolvió liberarnos de las ataduras impuestas en materia jurídica. «Argentina no tiene soberanía, depende jurídica y económicamente del poder transnacional», sentenció.

También señaló la ausencia de voluntad política para confrontar con el poder económico. Así, no solo la deuda con los privados y los organismos internacionales de crédito es ilegal y fraudulenta, sino que omitieron «por distintas razones» cortar con la herramienta de condicionamiento y dependencia, que padece nuestro país.

Para Olmos, la soberanía «es la capacidad que tiene el Estado de decidir sin interferencias en cuestiones públicas y económicas, todo lo que hace a la estructura del Estado Es decir, sin dependencia de ninguna naturaleza».

Hubo una violación del orden jurídico y esto tuvo consecuencias para la sociedad argentina

Sin embargo, inmediatamente aclaró «ocurre que Argentina abdicó de su soberanía lo que determinó un enorme sometimiento económico, y esto no es solo en Argentina es como una tendencia que comenzó a generalizare en la década del 70, hasta ese momento cada país, tenían soberanía absoluta, ningún país podía ser juzgado en otra jurisdicción. No obstante, en 1976 Estados Unidos dictó su ley de inmunidad soberana y así contradiciendo su doctrinar anterior estableció que un país que renunciaba a su jurisdicción podía ser sometido a juicio en Estados Unidos, lo mismo hizo Gran Bretaña dos años después y a partir de ahí varios países».

«Se creó una especie de ficción, por la cual cuando un país realiza actos de Estado con otro país o con una organización internacional, es soberano, pero cuando emite bonos de deuda y realiza operaciones comerciales con inversores privados o bancos, pasa a ser como un deudor privado o persona convencional. Esto es un disparate, porque no se puede cambiar la naturaleza del Estado a través de cosas que pueda hacer», explicó Olmos.

 Condicionamiento y dependencia es impensable sin complicidad

El especialista explicó que «ésto se hizo así porque cuando comenzó la afluencia de créditos a países latinoamericanos todas las operaciones en caso de divergencia estaban sometidas a los tribunales de Nueva York y de Lóndres. Entonces era necesario una articulación jurídica para permitir eso».

Para Olmos es increíble que la negociación de la deuda del Estado Nacional solo sea abordable  en esa materia solo desde el punto de vista económico, dejando de lado la violación del orden jurídico, sin importar las consecuencias que acarrea para la sociedad esta ignominioso «olvido».

Domingo Cavallo contrató al Citibank, al Deutsche Bank, al J.P. Morgan y al Credit Suisse para que nos digan cuánto les debíamos

Como ya dijimos: «Olmos Gaona navega sobre un cúmulo de cifras y fechas, muchas veces se bifurca en sus explicaciones, y con un lenguaje efectivo logra comunicar la gravedad casi eterna -de una maldición- que halla explicación en la defección de una dirigencia política, que instituida desde 1983 por el voto popular, actúa medrosa ante los dicterios del gran capital».

Hay que desmontar una estructura jurídica heredada de la dictadura militar que de alguna manera condiciona la acción de los gobiernos

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