Una nueva devaluación de la moneda, de magnitudes brutales por cierto, tuvo lugar la semana pasada en el país. Es la tercera crisis cambiaria en 15 meses, que coronó en ese lapso que el peso pierda alrededor de un 130% de su valor.

La cotización del tipo de cambio del dólar es uno de los principales precios relativos de la economía argentina, por su influencia en otros precios cruciales, como el de los combustibles o los alimentos, así como otros componentes de la canasta básica.

Esa realidad marca que en los meses que vienen puede esperarse una mayor escalada de precios, así como una mayor recesión, ya de por sí profunda, prolongada y asfixiante para la industria.

Por ese índice inflacionario, sumado a la elevada (y en ascenso) tasa de desempleo, Argentina es hoy la economía más miserable del mundo, según un índice elaborado por la agencia Bloomberg, detrás de Venezuela, país sumido en una crisis social, política y humanitaria sin precedentes.

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La asediada nación sudamericana encabezó la clasificación del Índice de Miseria de Bloomberg, que resume las perspectivas de inflación y desempleo para 62 economías, por quinto año consecutivo. El índice incluye países para los que Bloomberg logra reunir datos económicos.

A diferencia de Argentina, Venezuela y un puñado pequeño de países (Sudáfrica, Grecia), la mayor parte de los gobernantes de otros países enfrentan actualmente desafíos bien distintos: una compleja combinación de inflación baja y menor desempleo, que complica las lecturas sobre la salud económica y las respuestas apropiadas a interrogantes en esos sistemas.

El índice de miseria de de la agencia internacional se basa en la concepción clásica de que la baja inflación y desempleo generalmente ilustran cómo deberían sentirse, en términos económicos, los residentes de un país. Los puntajes de este año se basan en encuestas de economistas de Bloomberg, mientras que los años anteriores reflejan datos reales.

Uniéndose a Venezuela en la multitud más angustiada se encuentran Argentina, Sudáfrica, Turquía, Grecia y Ucrania, cada uno de los cuales mantuvo el mismo rango que el año pasado, mostrando un intenso estrés económico y un escaso progreso en controlar el crecimiento de los precios y hacer que las personas vuelvan a trabajar.

En el caso argentino esa realidad incluso empeoró, y se estima que siga profundizando esa dirección negativa, luego de los eventos que tuvieron lugar en las últimas semanas, y la falta de reacción del gobierno respecto a cambios en el modelo económico que condujeron a este escenario.