DOMINGO, 06 DE OCT

Los problemas no se alivian, se solucionan

En la abundancia de malas noticias para el oficialismo (y para toda la población), hay quienes festejan el último resultado del índice de precios porque bajó respecto a marzo. Sin embargo, una actitud del tipo se aparta peligrosamente de la prudencia y la sensatez.

Por Esteban Guida*

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) acaba de publicar los datos sobre inflación referidos al mes de abril pasado. Si bien el Índice de Precios al Consumidor resultó menor que el registrado en el mes anterior, el problema inflacionario está lejos de encontrar una solución, a tal punto que el propio ministro Dujovne aseguró que “no hay nada para festejar” respecto a este guarismo.

En rigor, las estadísticas confirman la preocupación real acerca de la dinámica del nivel general de precios de la economía. Los últimos datos presentados por el Indec revelaron que, en abril de 2019, el índice de precios al consumidor registró una variación del 3,4% con respecto al mes anterior. Las mayores subas se focalizaron en Indumentaria con el 6,2%, Transporte con 4,4% y Alimentos y bebidas no alcohólicas con 2,5%.

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Tal como había dicho el presidente Macri, la inflación de abril se ubicó 1 punto porcentual por debajo del dato de marzo de 2019. Sin embargo, este 3,4% está un 1% por encima del registrado en abril de 2018, año que la inflación terminó arriba del 47%.

En el primer cuatrimestre del 2019, la inflación ya acumula cerca de un 16%. Un resultado muy elevado teniendo en cuenta que el Estado Nacional estimó para la confección del presupuesto nacional 2019 una tasa inflacionaria cercana al 23% para todo el año. Con esta performance, la inflaciónanual estará muy por encima de las proyecciones oficiales (como ha ocurrido sistemáticamente durante los cuatro años de la gestión de Cambiemos), a tal punto que la mayoría de los economistas y las consultoras privadas proyectan una inflación anual del orden del 40%. Por ejemplo, el último dato arrojado por el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del BCRA subió su pronóstico a 40%; el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso) y la consultora Ecolatina, también elevaron su previsión al mismo nivel.

Ni el déficit fiscal, ni una política monetaria expansiva, están explicando correctamente un fenómeno tan complejo como este. En cambio, las presiones sobre el dólar parecen tener gran parte de la responsabilidad. Por eso, el ministro Dujovne comenzó su discurso del 17 de abril refiriéndose a la “estabilidad cambiaria lograda”, la que en rigor duró muy poco, puesto que el mes pasado terminó con una devaluación del 3%, acumulando un 16% en el año.

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Luego del pico inflacionario registrado marzo (dato que superó todas las previsiones públicas y privadas), el resultado de abril volvió a evidenciar que los precios siguen muy vinculados a las variaciones del tipo de cambio. Es que no se puede soslayar la realidad del esquema económico libertino, aperturista y desregulador que consolidó el actual gobierno con el apoyo de la alianza Cambiemos, que ha acentuado los desequilibrios existentes, introduciendo al país en un horizonte de insolvencia cada día más cercano.

Si el Fondo Monetario no estuviera “quemando sus naves” superando toda lógica con sus préstamos a la Argentina, ¿como se cancelarían los 6.000 millones de dólares en concepto de capital y 2.000 millones de dólares por intereses que vencen entre mayo y junio de este año?

En la abundancia de malas noticias para el oficialismo (y para toda la población), hay quienes festejan este resultado del índice de precios porque bajó respecto a marzo. Sin embargo, una actitud del tipo se aparta peligrosamente de la prudencia y la sensatez. Los problemas de fondo continúan y no hay ningún indicio de que el Gobierno busque solucionarlos, en la medida en que toda su política económica se ajusta a cumplir con las indicaciones del Fondo Monetario y a respetar el interés de los sectores privilegiados.

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Las chances de encarar el problema desde una óptica más profunda y estructural se complican aún más con el escenario de las elecciones. El gobierno ha optado por aplicar alicientes con el propósito de revertir su mala imagen, pero no ha tocado un ápice de las decisiones que han profundizado los problemas de la economía argentina.

El maquillaje de las medidas anunciadas no será suficiente para revertir el descontento que, justificadamente, existe contra un gobierno que ha incumplido su palabra y le ha dado la espalda a las mayorías populares del país.

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