Josefa Richarte y su esposo Marcelo Fernández fueron acusados por la muerte de María Isabel Ruglio, cuyos restos fueron recuperados en siete partes, en el arroyo Saladillo. Tras dos años en prisión, el hombre confesó que él era el único responsable y que su esposa nunca fue parte del plan criminal ni supo lo que había pasado esa noche.
El pasado lunes, uno de los imputados por el crimen confesó su responsabilidad, desligó a su mujer del mismo y aportó información que no se conocía: un amigo suyo lo ayudó a deshacerse del cuerpo. Ese hombre se presentó en forma espontánea este jueves en el Centro de Justicia Penal.
El fiscal Spelta allanó una propiedad que pertenece a los acusados de cometer el crimen y los dos elementos secuestrados dieron positivos para la prueba de luminol y además, se encontraron rastros de sangre en el baño.
El macabro caso que conmovió a la ciudad llegó a los tribunales. El fiscal Spelta les atribuyó a ambos el delito de homicidio calificado por codicia y consideró que mataron a la mujer para quedarse con la casa.
Desde el Ministerio Público de la Acusación señalaron que se logró recuperar las huellas digitales y que ya fueron enviadas al Renaper para su identificación. Hasta el momento, nadie acudió al IML para reclamar o cuerpo o tratar de reconocerla.
La titular del Instituto Médico Legal de Santa Fe, Alicia Cadierno, indicó que el cadáver podría haber sido desmembrado para facilitar su desaparición y que hasta el momento nadie ha reclamado el cuerpo de la mujer.
Se trata de Yésica Lucía Hoffmann (34), también militar, quien prestaba servicio en el Batallón 1 de la Unidad de Palomar y no se había presentado a trabajar desde el martes.
El cuerpo decapitado y sin brazos de una joven fue encontrado cerca del Parque San Carlos. Se confirmó que pertenecen a la adolescente desaparecida a fines de julio. Hay un familiar detenido.