La autoridad rusa en la ocupada región ucraniana de Zaporiyia calificó este viernes de «cinismo» la propuesta realizada por el secretario general de la ONU, António Guterres, de retirada de los militares rusos de la central nuclear, a sabiendas de que esa salida dejaría el lugar en manos de Ucrania, con potenciales «terribles» efectos, mientras Moscú y Kiev siguen cruzando acusaciones por los bombardeos contra la planta.

Así lo señaló Vladimir Rogov, el administrador designado por el Kremlin en esa región que Rusia controla desde marzo, donde está la planta nuclear más grande de Europa, y que desde hace meses se encuentra bajo fuego cruzado de las fuerzas de Kiev y de Moscú, con combates que escalaron ostensiblemente en los últimos días.

«Ni siquiera es hipócrita o estúpido: es de un cinismo indignante», dijo Rogov en declaraciones a la cadena Rossiya 1 reproducidas por la agencia rusa de noticias Tass.

«(Guterres) Entiende perfectamente que la retirada de nuestros equipos de Zaporiyia deja indefenso un lugar que será dañado inmediatamente por los ataques ucranianos, lo que tendrá terribles consecuencias», dijo, citado por la agencia de noticias Europa Press.

Guterres dijo este jueves que era imperativo llegar a un acuerdo urgente a nivel técnico sobre «un perímetro de desmilitarización para garantizar la seguridad de la zona».

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, por su parte, exigió a Rusia que devuelva la planta al control de Ucrania y «una retirada total de los rusos», auq esolo «el restablecimiento del pleno control ucraniano de la situación en torno a la central pueden garantizar la reanudación de la seguridad nuclear para toda Europa», un un discurso por vídeo.

Francia secundó la demanda de Zelenski y dijo que la ocupación rusa del emplazamiento ponía en peligro al mundo.

Rusia y Ucrania mantienen el cruce de acusaciones por los bombardeos contra la planta cercana a la ciudad de Energodar, donde se intensificó el fuego de artillería en las últimas dos semanas, con unos 120 misiles volando en una sola noche, informa la BBC.

Ambas capitales se culpan mutuamente de ataques contra la central, recrudecidos desde el pasado fin de semana, que causaron daños en almacenes de combustible usado y en sus líneas eléctricas.

Ante el desastre nuclear que teme la agencia nuclear de la ONU, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), la comunidad occidental, con Estados Unidos a la cabeza, abogan también por la creación de una zona desmilitarizada.

Una unidad de uno de los reactores debió ser desconectada de la red eléctrica, activando su sistema de protección de emergencia y poniendo en funcionamiento los generadores para garantizar el suministro eléctrico.

Si bien en la evaluación preliminar los expertos del OIEA indicaron que no existe «una amenaza inmediata» para la seguridad nuclear, advirtieron también que «esto podría cambiar en cualquier momento».

Rogov reprochó a Guterres por no responzabilizar a nadie por estos ataques y -con sorna-, aseguró que el director general introdujo «un nuevo concepto: el de una central nuclear que se bombardea a sí misma».

Rusia llama a la comunidad internacional, la ONU, el Comité Internacional la Cruz Roja y otros organismos a condenar los ataques de Zelenski contra la central nuclear que podría provocar una catástrofe peor a la de Chernobil.

Entretanto, el ministro de Defensa de Ucrania, Alexei Reznikov, anunció hoy la llegada al país de un nuevo lote de sistemas de lanzacohetes múltiples M270 procedentes del Reino Unido.

Anteriormente, el portavoz del departamento de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania, Vadim Skibitski, declaró que Kiev podría usar los sistemas Himars y los M270 para bombardear Crimea, península anexada por Rusia en 2014.

Desde el inicio de la invasión militar rusa en febrero pasado, Londres sigue suministrando diversas armas a Ucrania, incluidos lanzagranadas antitanque, vehículos blindados, sistemas de defensa antiaérea y otros armamentos.

El canciller ruso, Serguei Lavrov, dijo en una charla telefónica con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, que los suministros de armas a Ucrania por Occidente solo alargan el conflicto, prorrogan la agonía del régimen de Kiev y multiplican las víctimas.

Por otra parte, el Kremlin envió una notificación a todos los países, incluido Estados Unidos, en la que advirtió que cualquier cargamento que contenga armas destinadas para Ucrania se convertirá en blanco legítimo para las Fuerzas Armadas rusas.